Nacional

La Paz… algo más que turismo

Por domingo 26 de junio de 2011 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

Estar de frente a esta singular formación natural una vez más, volvía a producir el mismo escozor… Máxime que en esta ocasión, me encontraba ante la oprobiosa actitud vandálica que motivó que parte del paisaje fuera destruído…¿Quién lo hizo? ¿Quién tuvo la reprobable ocurrencia de destruir parte de un paisaje? Un paisaje mágico, una escultura monumental maravillosa y sorprendente en la que el mar, escultor eterno, trabajara miles de años para crearlo… Si usted ha tenido la fortuna de observar la espléndida escultura natural que el mar talló en el llamado “Cerro de la Calavera” en La Paz, seguramente tendrá la misma sensación de impotencia… La misma frustración… Y se hará la misma pregunta que me hago constantemente: ¿Por qué no tenemos en México esa capacidad de valorar nuestros verdaderos tesoros? Ese paisaje increíble, en otras latitudes del planeta, ya estaría siendo acertadamente explotado para el turismo… La Paz, tendría un verdadero monumento natural que la identificara en el mundo al conservar, proteger, iluminar la pared esculpida por la naturaleza… Mudo testigo de que miles de años antes, el mar cubría gran parte de las míticas californias… Sí, míticas porque aún antes de que los europeos llegaran a tierras del otrora imperio del Anáhuac, ya se hablaba de las californias en novelas de caballerías como si fuera un augurio su descubrimiento incluso cuando se pensaba que la península de Baja California era una isla. Fue el célebre escritor Garcí Rodríguez de Montalvo, quien en su novela “Las Sergas de Espandián”, escrita en 1510, menciona a California de la siguiente manera: Sabed que a la diestra mano de las Indias existe una isla llamada California muy cerca de un costado del Paraíso Terrenal; y estaba poblada por mujeres negras, sin que existiera allí un hombre, pues vivían a la manera de las amazonas. Eran de bellos y robustos cuerpos, fogoso valor y gran fuerza. Su isla era la más fuerte de todo el mundo, con sus escarpados farallones y sus pétreas costas. Sus armas eran todas de oro y del mismo metal eran los arneses de las bestias salvajes que ellas acostumbraban domar para montarlas, porque en toda la isla no había otro metal que el oro. De la misma manera, se menciona que California era gobernada por Calafia, su reina.

¡Mágica California, sí…! Mágica por muchas razones… Comenzando por esa escultura natural infravalorada (desafortunadamente) por los habitantes de La Paz ahí en el camino de La Paz a Pichilingue. Y ya que estamos en lo que a las artes plásticas se refiere (artes visuales dicen ahora), Baja California Sur, no solamente tiene escultura sino manifestaciones pictóricas impresionantes que fueron realizadas por sus primeros pobladores cuya memoria se pierde parcialmente en el caminar de los tiempos, pero que afortunadamente se conserva en lo que debe considerarse algo así como un “Salón del muralismo de todos los tiempos”. En la parte media de la península, es decir, en el norte de Baja California Sur, que fuera considerada territorio hasta el 2 de septiembre de 1974 cuando se convierte en Estado Libre y Soberano, se encuentra el conjunto más impresionante de murales rupestres en el mundo… Sí, como se lee, del mundo. No existe un conjunto de tales dimensiones ni de belleza tan impresionante como esos murales rupestres que los integrantes de aquellos pericúes, guaycuras y cochimíes, nos legaran como parte de nuestro tesoro cultural. El viaje, por fortuna para su adecuada conservación, tiene que realizarse a pie o a lomo de mula durante tres días después de haber llegado a la pequeña población de San Ignacio para llegar a San Francisco de la Sierra y de ahí a ese enorme salón del muralismo mexicano que es el más antiguo del que se tiene registro en esas condiciones. Las paredes con figuras de animales, flechas y humanos en diversas actitudes, nos hablan de que fueron realizadas por pueblos que se dedicaban a la caza y la recolección pero que tenían un concepto sorprendente acerca de la pintura. Se calcula que los murales rupestres de Baja California Sur, tienen una antiguedad no menor a 10,000 años. Pero en realidad, se piensa que pueden ser más antiguas y su origen se queda en la memoria colectiva cuando los nativos de esas tierras contaban a los misioneros que habían sido pintadas por gigantes tan grandes, que incluso pintaban recostados en el suelo y que habían muerto posteriormente en sangrientas batallas libradas entre ellos mismos…

Después de sumergirme en esa ensoñación que me llevó a volar en la historia de la península, volví la vista al mar… Una verdadera bandeja de plata gigantesca se ofrecía a mis ojos… El sol, comenzaba a descender… Inundando el alma con el atardecer de La Paz, me dispuse a regresar para acudir a la cita… La inauguración de mi exposición en la galería La Encantada, de esa ciudad capital de Baja California Sur, fue totalmente sui generis, pero el entusiasmo de la gente y la sed por comenzar en esas lejanas latitudes un movimiento cultural, fueron verdaderamente bellos. Quince obras realizadas al óleo, fueron expuestas en ese bellísimo espacio en el que Lila Magallón (dueña de la galería) y Elda Flores Cota (corredora de arte), organizaron la exposición Camino Trazando con obras de mi autoría. Los comentarios de la gente que acudió a la inauguración, todos ellos bellos comentarios y algunos de ellos sorprendentemente académicos e interesantes, fueron guardados muy dentro del corazón de quien ahora escribe. Y bueno, en esa inauguración y con fines de colaborar en algunos de los gastos (todo sea por apoyar la cultura), realizamos también un recital en el que tuve el honor de ser acompañado al piano por el maestro Ignacio Gutiérrez… Sigo el camino… Sigo trazando… Siempre trazando con mi emoción a flor de piel y mi esperanza porque un día, un día cercano, se cobre conciencia de la importancia de la cultura en nuestro México Lindo y Qué Herido.

*Cantante, compositor y escritor

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