El 21 de junio se celebra desde hace dos décadas el día internacional de la música. El día más largo del año fue escogido por ser el primer día del verano, el solsticio de verano tiene relación con las festividades paganas de la antigüedad. Se sabe que los egipcios fueron unos de los primeros en utilizarla para sus fiestas y banquetes. En el continente africano muchas tribus la utilizaban como plegarias para los dioses.
La música es el único lenguaje que no tiene una manera específica de demostrarla, de comunicarse con los demás. No hace falta saber de idiomas ni culturas para que una persona pueda llegar a disfrutar de músicos que canten en otro idioma. Incluso, no hace falta oír, recordemos a Beethoven, era sordo y llegó a componer sus magistrales conciertos para piano y música de cámara.
La música puede estar hecha para amar, para odiar, para levantarte y luchar por una causa justa, para seducir el cerebro de grandes masas, para reducir el estrés o bien para relajarse. A los mejores momentos de nuestra vida le hemos puesto una banda sonora. Y como suele rezar el dicho: La música calma a las fieras… y menuda la de fieras que llegó a calmar… El propio Napoleón llegó a decir que la música es el ruido más soportable que había en la faz de la tierra.