Por Mario Arturo Ramos*
La música mexicana es semillero de ídolos, en el pasado siglo, Agustín Lara, Jorge Negrete, Javier Solís, Pedro Infante, formaron una cadena de iconos populares que tienen como origen común: el canto. Los cuatro ¡cantando por la vida! enraizaron en lo más profundo de la memoria colectiva. Carlos Monsiváis escribe a propósito del tema: “La voz de los cantantes populares es una de las mejores autobiografías a la disposición. Allí se transmite con puntualidad y exactitud el cortejo, las comprobaciones de la derrota, la angustia de haber sido y el dolor de ya no ser, el humor desenfadado, el jolgorio en compañía, la gravedad de la poesía inesperada”. Pedro pertenece al grupo de los elegidos que lograron impactar los sentimientos nacionales de manera significativa.
El trabajo de Infante en el canto y cine sobrevive al paso del tiempo; los cancioneros, libros, ensayos, artículos periodísticos, sobre su figura y trayectoria –tantas veces contados que parecen nuevos–, continúan editándose para alimentar su historia que pertenece a México. Los amores constituyen su esencia sin ellos no se le podría explicar, imaginar, escuchar, ver y recordar. En los aniversarios de su fallecimiento se vuelve a hablar de los “amorcitos corazones” que iluminaron su camino; se platica de uno que lo enorgullecía, el que le nacía bien adentro por Guamúchil, Sinaloa, lugar que no lo vio nacer pero que a cambio lo conquistó para siempre. Jesús Gabriel González cuenta:(su padre) “…Tomo la determinación de mudarse seis años después (1923- 1925) a la ciudad de Guamúchil llevando con él al futuro ídolo… Fue también ahí donde comenzó a demostrar su debilidad por las mujeres”. La tierra que se ama y su aroma de hembra, las hembras que se aman con olor a tierra fue un argumento/mandamiento en su existencia.
Su afecto al poblado ubicado al norte de la capital del estado de Sinaloa brotó en sus primeros años. Ese amor creció bajo la figura paterna del señor Delfino Infante García y la ternura de su madre Refugio Cruz. Entre los seis y los 8 años de edad- Pedro nació en Mazatlán, Sinaloa, el 18 de noviembre de 1917- se instaló junto a la familia Infante/Cruz en la población que lleva el nombre de un árbol de la familia de las leguminosas que produce un fruto comestible y que en esos ayeres formaba parte del Municipio de Mocorito, pujante ciudad nombrada en 1962 capital del municipio de Salvador Alvarado. Uno de los valores principales de las ciudades es su historia humana, constituida por los personajes que la identifican; pienso en esta unión y recuerdo a Lara/ Tlacotalpan, López Velarde/ Zacatecas, Gardel / Buenos Aires, Rulfo/Comala, Dante/Florencia/, Elvis/Craceland, José Alfredo/Dolores/etc. etc., la unión personaje-terruño (se da no importa la discusión sobre el lugar de origen de los ídolos) es indestructible. Claro siempre vale la pena señalar que el amor se construye entre personaje-terruño- con la participación de ambos polos.
El amor de Pedro Infante por Guamúchil es una de las joyas de la Región del Évora, difundirlo es honrar el trabajo del sinaloense que con su arte se quedó para siempre entre nosotros. Debe ser por ello que siempre tengo ganas de escuchar en Guamúchil un concierto con la música que el cantó ejecutada por la Sinfónica de Sinaloa; ir a un festival (anual) con las películas que cuentan con sus participación; un festival de canto para cantantes campiranos, discoteca y librería que difunda su obra tal y tal, actividades que realcen el vinculo Pedro Infante / Guamúchil. Amor del bueno que el 15 de abril de 1957 adquirió la categoría de inmortal.
*Investigador y compositor