La costra de una historiografía mal llamada “nacional”, nos impidió por mucho tiempo adentrarnos en los sucesos regionales y hoy municipales con una solvencia que anuncia la creación de una nueva historia mexicana.
En ese tono siempre creímos saber lo que ganamos con la Revolución Mexicana, pero nunca sabremos con exactitud lo que perdimos en los aspectos de la cultura; algo se nos anuncia cada vez que penetramos en las añosas estructuras de aquella sociedad y en el caso del personaje que nos ocupa, no está por demás anotar que nació en San Juan de los Lagos, Jalisco el 5 de diciembre de 1882 y a los 16 años se tituló de maestro normalista, ejerciendo de inmediato su profesión en Santiago Ixcuintla en las tierras del nayar; su inquietud intelectual lo hizo estudiar por correspondencia la carrera de ingeniero civil. Esta es la formalidad, hombre de libros, buscador de éxito y con curiosidad intelectual.
Retrato de familia
“Era alto, esbelto, de tez clara y cabello oscuro rizado, ojos café verdoso de aguda mirada, nariz aguileña y boca pequeña de labios finos. Muy inteligente y estudioso, andando el tiempo fue el sostén de la familia y toda su vida fue ejemplo de rectitud y lealtad”. (Esther de la Mora, Remembranzas de mi vida)
Tan cariñosa descripción se apega a la fotografía que acompaña este artículo, pero también nos proporciona indicios de una enseñanza que fructificó en sus alumnos, por ejemplo señala su hermana menor que José Sabás “En la escuela normal había fundado un periodiquito que él y varios compañeros editaban a mano”, ejemplo que recogieron Rafael Buelna, Macario Riveros y Macario Alanís y todo el grupo de alumnos del profesor De la Mora en 1903, con El Diminuto, en la Escuela Benito Juárez de Mocorito, a donde llegó a los 18 años, en el año de 1900, al año siguiente ya era director de la Escuela de Varones de la antigua villa jesuita.
Fue medio jacobino y por tal motivo, el padre Vidales se resistió a casarlo por la iglesia, con la señorita Eulalia Robledo aduciendo las irreverencias laicas publicadas en el libro de texto sobre geografía e instrucción cívica del cual fue autor; tuvo que intervenir el Obispo de la Diócesis de Culiacán para llevar adelante los esponsales.
Perdió la oportunidad de ser nombrado Prefecto del Distrito de Mocorito, ante el doctor y poeta Enrique González Martínez, sin embargo su amistad nunca fue enturbiada. En el año de 1909 ambos personajes se afiliaron a la candidatura de Diego Redo de la Vega, y al obtener este la victoria, el doctor fue nombrado Secretario General de Gobierno y el profesor Prefecto del Distrito de Cosalá.
En tal situación lo sorprendió el pronunciamiento revolucionario en el año de 1911, donde defendió la plaza, contando con un contingente de 50 jóvenes, y al ser vencido, entregó el sitio evitando asesinatos y el saqueo. Claro Molina uno de los revolucionarios atacantes, lo reconoció, le entregó un salvoconducto para su traslado a Culiacán, donde, al querer ayudar al derrotado gobernador Diego Redo, sirviendo el profesor como correo para hacerle llegar el pase para salir de Culiacán, fue sorprendido fusilándolo sin juicio alguno.
La obra periodística de José Sabas de la Mora, es posible apreciarla en los ejemplares que se conservan en la actualidad en propiedad de su sobrino nieto el Ing. Raúl de la Mora, quien generosamente la ha proporcionado para la consulta. Son interesantes sus editoriales que ya hemos publicado en números anteriores de esta nueva etapa de Voz del Norte, en ellos apreciamos su agudeza, valentía y sobre todo la fina y precisa prosa.
Su deceso causó una gran pena en el Dr. Enrique González Martínez, quien el 27 de noviembre de 1911 declamó un sentido poema del cual damos unos fragmentos.
Una mancha de sangre la blancura
De esas cándidas hojas empurpura
Y da su nota de dolor y muerte.
– – – –
Dicen: descansa en paz bajo la mansa
Ternura de la tierra…No ¡Mentira!
Este muerto rebelde no descansa…
– – – –
¡Justicia!… Y en vano
Que el egoísmo humano
Diga: Descansa en paz bajo la mansa
Ternura de la tierra…
¡No descansa!
Y no descansa, Voz del Norte sigue siendo una de los faros culturales de Sinaloa.
* Director del Archivo Histórico General
del Estado de Sinaloa
Con mucho gozo leo los artículos publicados en «La voz del norte» que traen a la luz el acontecer cultural e histórico del Estado de Sinaloa, donde mi tío abuelo José Sabás de la Mora dejó plasmada su contribución periodística. Gracias a todos aquellos que han hecho posible este rescate, gracias a todos aquellos que han dado vida al primer año de la segunda época de este semanario.
La historia de nuestro país se escribe día a día y queda plasmada en los diferentes periódicos, donde algunos periodistas de gran valor, se convierten en retratistas urbanos, juglares citadinos, narradores de las vivencias de nuestro pueblo y construyen día a día el patrimonio cultural e histórico de Sinaloa.