Por Cuahutémoc Rubio Payán*
Un buen día en la cafetería del Instituto Sinaloense de Cultura tuve el agrado de saludar al ingeniero Juan Avilés Ochoa, director del semanario La voz del Norte, periódico cultural de Sinaloa, tuvo la amabilidad de regalarme la colección completa de dicho periódico. Charlando con él, me contaba, tu padre y tu tío Rubén ya han escrito aquí, sé que te gusta escribir, ¿qué te parece si escribes algo de música? Yo le contesté: deme la oportunidad de leer algunos artículos para darme alguna idea de la proyección de su periódico. Efectivamente, en verdad felicito a todos los escritores que con sus artículos nos permiten conocer nuestra cultura, tradiciones e investigaciones de personas reconocidas dentro y fuera de nuestro bello Sinaloa. Ya relajado y dándole vueltas a mi cabeza pensé en mi abuelo, don Ismael Rubio Quiñónez, persona que incursionó en la música, y de ese tiempo por más de cincuenta años, la mayor parte, con la banda de sus amores, la tambora sinaloense Hermanos Rubio de Mocorito. Durante muchas charlas que tuve con mi abuelo, al abordar el tema de música le brillaban sus ojitos; al llegar a su casa nos decía –¿Cómo ha ido?–, –Bien tata, que dice la rubiada ¿pa’ donde andan?–, él siempre estaba enterado en donde iban a chambiar ese día los músicos, él me contestaba –Andan pa’ Guasave, pa’ Culiacán. –Antier se fueron para México–, en fin era un buen pretexto para empezar a platicar con él. –Oiga tata –le preguntaba –¿Cómo empezó usted en la música?–, entonces contestaba, –Mira mijito, nosotros vivíamos en La Huerta San Benito, Mocorito y tu tío José formó una banda, empecé tocando el redoblante y…– –¿Qué es eso? –pregunté –Bueno ahora le dicen la tarola, pero después Josecito me enseñó a tocar el saxor, – a lo que contestó –¿Esa es la armonía verdad?–,–Sí, es el pitito que hace pi–pi…pi–pi–. –Oiga cuénteme ¿Cómo eran las fiestas de antes? ¿Cómo le hacían para irse a tocar?– Se queda muy pensativo y me contesta: –Antes tocábamos sin ese fregado mecatero (se refería a que hoy los músicos tocan con equipo de sonido), y sin cantantillos (vocalistas), durábamos uno dos o tres días tocando, ¡Esas fiestas si eran bonitas!–, –Oiga…¿y cómo le hacían para dormir?–, –¡Ah! dormíamos en los corrales o hacíamos tenderetes–, –¿Y cómo le hacían para llevar tantas cosas?–, don Ismael me contestaba –más antes no había carros, nos íbamos en burros, mulas o caballos, depende pa’ donde íbamos. A veces durábamos uno o dos días para llegar. Después de muchos años logramos comprar un camión, (Ford 1939) le puse La jarocha. Yo ganaba de músico y de chofer, en ese carrito empezamos a salir ya lejos, nos íbamos pa’ Navojoa, Tijuana, Tecate, Ensenada, en fin, empezamos a tocar en bailes y alternar con buenas bandas–, –Oiga tata, cuénteme la historia de cuando alternaban con El Recodo–, –Bueno, más antes se acostumbraba a tocar en las ferias, tocaba uno en carpas, cada quien tenía la suya y cuando nos tocaba alternar con El Recodo de Don Cruz Lizárraga siempre se acercaban a escucharnos, porque nosotros en aquel tiempo tocábamos canciones que ellos no se sabían, conversaban con José pa’ pedirle las partituras, nosotros ya leíamos notas y aparte traíamos como tubero a Mundo, hijo de José. Ese muchacho fue por mucho tiempo el mejor tubero de la región, don Cruz Lizárraga quiso llevárselo para su banda en varias ocasiones, pero él nunca aceptó, ese muchacho nos dio a ganar mucho dinero–. –A poco tata si leían notas–, –Sí, José era muy exigente, estudiábamos tres días por semana–, –¿Y cómo le hacían todos juntos en bola?–, –No déjame decirte mijito, estudiábamos por secciones , José hacía todos los arreglos, primero un día estudiaba la base (refiriéndose a la tuba, armonías, tambora y tarola), otro día estudiaban los fuertes (trompetas) y más tardecito los clarinetes y trombones, después nos juntábamos todos hasta que salían las piezas. Ahora, a la plebada nueva ya no les gusta estudiar, son muy flojos, ya no hay nadie que les enseñe música vieja. Mira mijo, más antes se tocaban valses, mazurcas, polcas, danzones, pasos dobles piezas con muchos cambios, nos lucíamos tocando. Ahora puras canciones comerciales quieren tocar las bandas nuevas, tocan haciendo un ruidajero, muy fuerte y sin estilo. A ver ¿Tú que sabes de música?– me preguntó –Los trombones, las armonías y la tuba van tocando lo mismo, se atraviesan mucho, las terceras las tocan abajo ya no se quieren atrincar pa’ arriba–. Las tardes con mi abuelo en Mocorito eran muy amenas después de varias horas de plática y de una que otra ambarina, pero muy sabrosas, llegaba la hora de comer. Mi nana cocinando a su estilo nos llamaba a comer –¡Oigan ya está la comida! Ahí vamos “Amá – Contestaba mi padre. Sentados ya en la mesa, en muchas ocasiones comiendo un rico chilorio con asadera y frijoles puercos, siempre hechos por doña “Dolfa”(mi abuela Adolfina). Don Ismael, El carajo mayor recuerdo que nos decía, –Coman a llenarse, no se queden con hambre– mi abuela también participaba en la plática y comentaba, –A los Rubios los quieren por donde sea, defiendan el apellido, tu abuelo trabajó mucho toda la vida, no fue músico borracho ni desobligado, además siempre trabajó sus tierritas y su ganado, de ahí salió pa´ que tu padre, se fuera a estudiar para Culiacán–, –Oiga tata– le pregunté –Y por qué mi papá no fue músico–, –Mira, José lo quiso enseñar a tocar la tuba, porque tenía cuerpo y buena boca, pero a tu padre siempre le gustó el estudio, entonces Luis e Ismaelito (hermanos de mi papá) cuando se venía de vacaciones o el fin de semana a Mocorito le daban para que estudiara en Culiacán– Mi padre, con amor propio decía –Yo fui primer cornetero de La banda de guerra de la Normal–, pero debo de confesar que es desafinado y descuadrado hasta para chiflar; en otras ocasiones en charla con mi abuelo, una pregunta que recuerdo que le hice, fue la siguiente, –Oiga tata, si antes no había teléfonos, ¿Cómo le hacían para juntarse, para irse a tocar con un cliente que quería música en el mismo rato– Él me contestó –Más antes, cada banda tenían su propio son o toque. José se iba para la casa del tamborero (el que tocaba la tambora) se salía de su casa y empezaba a tocar el son de nuestra banda. Nosotros, en donde anduviéramos lo escuchábamos, si el son o toque pertenecía a nuestra banda, nos íbamos para el cuarto (el punto donde se reúnen los músicos), entonces nos íbamos a tocar; dicen los que saben que el nombre de tambora sinaloense viene de esos sones característicos de cada banda: TAM (tam–tam, golpe que se le da al cuero o parche produciendo un sonido profundo y de altos decibeles) ORA (hora de irse a trabajar) TAMBORA. Durante muchos años las charlas con mi abuelo fueron muy amenas y sin que nadie se diera cuenta, aprendí y comprendí muchísimas cosas de lo bonito y apasionante de la música, uno de los eslogan de la banda Hermanos Rubio de Mocorito, por mucho tiempo fue: Un estilo, una tradición, una familia y efectivamente, en la Rubiada como nos decimos en la familia, somos tanta gente que nos dedicamos a la música, que me atrevería a decir y a afirmar, que no hay otra familia en Sinaloa que tenga tantos músicos en activo, en agrupaciones locales e internacionales. Además del estilo, de que permanezca la música tocada, ya muy pocas bandas lo respetan. Un día me dijo mi abuelo, –El músico tiene que tocar aunque le duela el corazón y usted mijo, el día que sienta que cierre los ojos, los dedos se le muevan solos, y escuche su respiración y su corazón, ¡Ese día va a sentir lo bonito que es la música¡– …Cuánta razón tenía el viejo. Hoy en día, la banda Hermanos Rubio de Mocorito, por más de ochenta años han traspasado fronteras, dentro y fuera de nuestro bello México, ganando innumerables premios y teniendo una diversidad de discos grabados, llevando muy en alto el nombre de sus fundadores, los hermanos José, Ismael, Cruz, Goyito y Librado. Orgullosamente, uno de ellos fue mi abuelo: don Ismael. Siempre fue un hombre fuerte, de manos grandes, de tez morena, amable y trabajador. Desafortunadamente, a la edad de 94 años, Mocorito pierde a un músico importante. Quedó entre él y yo, una charla pendiente…
Días después de su muerte, en Difocur, al mando de mi amigo Ronaldo González Valdés, se le otorgaría un reconocimiento a su trayectoria y a su valiosa vida como músico. Sé que desde el más allá, mi tata recibió con gran satisfacción el reconocimiento, el cual estaba ilusionado por recibir.
Esta fue la última charla que tuve con mi abuelo, dejando en mí, muy bonitos recuerdos. Hoy en día podemos decir a las nuevas generaciones de Mocorito, que somos más Rubio que nunca y que seguiremos con nuestro estilo, formando a muchas generaciones de buenos músicos y que desde su frontera celestial, tata Ismael, estese tranquilo, porque habrá banda para muchísimos años más y, claro seguirá siendo la mejor dinastía, su tambora sinaloense, hermanos Rubio de Mocorito; ¡¡Que viva don Ismael Rubio Quiñónez, El Carajo Mayor de Mocorito.
*Compositor y arreglista.
Me gustò esta charla c su abuelo pues me recordò a los mìos, extintos ya; es lo primero que leo del semanario cultural y me interesa mucho saber dònde puedo conseguirlo. Felicito al autor y ojalà siga escribiendo para deleite nuestro.
En verdad me paree sumamente interesante toda esta charla, y el interés por preservar la cultura sinaloense, pocas personas se preocupan por ello, felicidades por esta familia la comprometida con la sociedad, la cultura y sobre todo el arte de hacer música.
Felicidades al sr. Cuahutémoc Rubio Payán mas artículos como este enhorabuena.
Cuahutemoc Rubio Payán muy buen articulo saludos a tu apreciada familia
Cuauhtémoc :
No tengo el gusto de conocerte pero deduzco que también eres nieto de Nito Payán . Yo soy de Mocorito ,hijo de Enriquito Peña y Chela Bon , y también soy admirador de la Música Tradicional Sinaloense , la de verdad , la que se hacía con cuidado , con conocimiento , y con verdadero sentimiento y amor . Y cuando digo «se hacía «, me refiero a composición y a interpretación. Yo conocí a Don Ismael , y también a José , a Josecito , a Mundo , a Librado , a Samuel , a Cruz , a Goyo , hablando de los que ya se fueron , y conozco a todos los que continuaron la tradición de los que mencioné , incluyendo a Martín Sotelo .
El Carajo Mayor tenía toda la razón cuando decía cómo se debe sentir e interpretar la Música de Banda , cuidando el tiempo y el ritmo , y con ello la afinación de los «pitos » . Hoy , pareciera que lo único que cuenta es el ritmo , trepidante en muchos casos , pero sin la estructura musical educada y
respetuosa que la buena música requiere , así como las melodías verdaderamente ricas y llenas de acordes armónicos ; hoy se hacen piezas con una pobreza melódica y armónica que da coraje , y se toca a mil por hora , es ¿ música ? sólo para bailotear , sólo para los pies y no para el oído y el alma.
La Rubiada no debe equivocar el camino , son la Banda más tradicional que existe , nunca van a ser tan ricos en dinero como otros , pero gracias a ellos , las generaciones que vendrán van a poder conocer la verdadera esencia de la Música Culta Sinaloense , la que es rica en Composición , estructura , melodía , armonía , acordes , pasajes y colores tan variados en una sola pieza , que no tiene la música de hoy ni en tres discos completos.
Cuauhtémoc , sigue publicando todo lo que conozcas de los Fundadores de esta Dinastía y muchos te lo vamos a agradecer . Un Saludo