Redacción
El 13 de abril del presente se cumplieron 140 años del nacimiento de Enrique González Martínez, colaborador de Voz del Norte y uno de los personajes más representativo de la poesía en México.
Entre sus aportaciones a la poesía mexicana destaca su participación como presidente de la asociación Ateneo de la Juventud, agrupación de jóvenes creadores que a su disolución reconocieron como maestro a González Martínez.
González Martínez nació en Guadalajara, Jalisco, y se recibió como médico en 1893. Después de dos años y medio de práctica en Guadalajara partió con su familia a Culiacán, donde su padre fue contratado para dirigir un colegio.
En Mocorito, Sinaloa, se desempeñó como prefecto político del distrito y colaboró con José Sabás de la Mora en la primera etapa de este semanario; junto con Sixto Osuna fundaron la revista literaria Arte. Durante la estancia de estos personajes en aquella villa generaron un intenso movimiento cultural en Sinaloa, por lo que desde aquella fecha se le conoce como la Atenas de Sinaloa.
Posteriormente, después de ser depuesto, junto con el gobernador Diego Redo, del gobierno de Sinaloa, regreso a la Ciudad de México donde fundó la revista literaria Argos y más tarde Pegaso. Fue presidente del Ateneo de la Juventud, secretario del Gobierno del estado de Puebla, profesor de Literatura Francesa en la Escuela de Altos Estudios y también profesor de Literatura Mexicana en la Escuela Nacional Preparatoria. Además, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
En 1920 ingresó al servicio diplomático y ocupó los puestos de ministro en Chile, Argentina y España. A su regreso a México fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana y de El Colegio Nacional.
En 1944 recibió el premio Avila Camacho, el dictamen decía; “Su obra por su extensión y su sinceridad, por su profundo sentido humano y altísimas cualidades literarias, lo señala como uno de los valores más representativos, o acaso el más representativo de la sensibilidad y el espíritu mexicano en la hora actual”.
Murió el 19 de febrero de 1952, dejando a la posteridad su poesía como una lúcida reflexión sobre el hombre y las cosas, y sobre todo la positiva actitud ante la vida.