Por Mario Arturo Ramos*
El quince de marzo de 1711, en Magdalena (hoy de Kino) Sonora, murió Francisco Eusebio Kino. Los eventos para conmemorar los trescientos años del fallecimiento del misionero, permiten que su figura y obra ocupen buena parte de las actividades culturales de las comunidades que integraban la Pimería Alta (Sinaloa, Sonora y Arizona). Merecido homenaje, ya que Kino representa el otro lado del trabajo religioso que en esos tiempos tenía en la otra cara a la Santa Inquisición y otros “milagritos piadosos”.
Los miembros de la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola llegaron a la capital de la Nueva España en 1572 logrando en 1586 establecer el Colegio de San Gregorio, institución educativa que impartió clases de letras, filosofía y teología que formaba parte de un circuito de colegios y templos en dominios del virreinato, a los que asistían personajes de la antigua realeza de Amerindia y nativos.
La retroalimentación cultural entre jesuitas y nuevos cristianos, consiguió entre otros logros que la permanencia y estudio de los idiomas de los naturales fueran impulsados por los sacerdotes, logrando de esta manera que la conquista no borrara los signos de identidad precolombina.
Eusebio Francesco Chini –Eusebio Francisco Kino–, nació en Segno, Tirol (hoy) Italia el 10 de agosto de 1645 en el hogar formado por Francesco Chini y Lucchi Margherite; en su preparación académica estudió matemáticas, idiomas, astronomía y filosofía en Trento, Italia; Friburgo, Alemania, Austria; a los 19 años una grave enfermedad aceleró su decisión para dedicarse al sacerdocio ingresando a la Compañía de Jesús en Landsberg, siendo ordenado en 1677 en Eistady, Austria ; un año más tarde recibió nombramiento de misionero de la orden, partiendo rumbo al Nuevo Mundo en un largo viaje que comenzó en Génova, con una estancia de dos años en Sevilla, llegando por fin a Veracruz en 1681. Cumplidos los 36 años del tirolés que en América encontró su destino.
Después de una estadía de 24 meses en la vieja Tenochtitlán, se unió como cosmógrafo y pastor espiritual a la expedición del almirante Isidro de Atondo y Antillón, que tenía como tarea explorar y colonizar a la Baja California por encargo del virrey Enrique de Rivera.
El 17 enero de 1683 bajo el mando del almirante zarparon tres embarcaciones rumbo a la península listas a cumplir la misión encomendada; en la primavera de ese año desembarcaron en tierra firme tomando posesión a nombre del rey de España.
La gesta logró fundar misiones, poblados y recorrió una buena parte del (hoy estado) de Baja California Sur, fracasando en su intento de obtener las perlas que los nativos sacaban del mar.
Al regreso de los expedicionarios al altiplano el Padre Kino, insistió ante el virrey de la necesidad de catequizar la Pimería Alta, logrando su autorización en 1687.
La llegada de Francisco ese año a la Misión de Dolores marca el inicio de una etapa de florecimiento de estos centros religiosos ubicados desde Casa Grande y San Javier de Bac hasta el rio Gila y el rio Colorado
La labor fenomenal del fraile se materializó en más de 4o viajes realizados durante 24 años; en la fundación de los núcleos originales de más de 30 importantes poblaciones, en la introducción de la ganadería y en la enseñanza a los nuevos cristianos del cultivo de la tierra; en la fundación entre otras obras señoriales, de las Misiones de Nuestra Señora de los Dolores, San Ignacio, Santa María, San Javier de Bac. En premio a su dedicación y perseverancia en 1708, fue nombrado por la orden, Superior de las misiones de la Pimería Alta con sede en Santa María Magdalena, lugar donde murió.
A la intensa tarea religiosa emprendida por Kino se une su minucioso trabajo cartográfico, su autoría de ensayos filosóficos, la compilación y traducción de vocablos guaycura, nave, cochimí, los relatos de sus travesías y los manuscritos que cuentan de su experiencia en la edificación de misiones y relaciones con las etnias asentadas en Sinaloa, Sonora, Baja California las cuales quedaron reunidas en el volumen titulado: “Favores celestiales” y que fue publicada por el Archivo General de la Nación entre 1913- 1922.
Su final le llegó trabajando como había sido su tránsito por la vida; aquel 15 de marzo de 1711 cerro los ojos y realizó su ultimo viaje el de la eternidad; por ello al cumplirse tres siglos de su fallecimiento, se le recuerda y se le honra como uno de los personajes que intento humanizar a la fiera conquista que avasalló y esclavizó a los indoamericanos que bajo la protección y orientación de Francisco Eusebio, lograron encontrar mejores condiciones para integrarse y sobrevivir al yugo colonial, sentando las bases de lo que es el México mestizo actual.
Por eso recordamos y valoramos a Francisco Eusebio Kino.
*Autor e investigador