El objetivo para este año del Día Mundial del Agua, proclamado en 1992 por Naciones Unidas, es centrar la atención internacional sobre el impacto del vertiginoso crecimiento de la población urbana, la industrialización y la incertidumbre causada por el cambio climático, los conflictos y los desastres naturales sobre los sistemas urbanos de abastecimiento de agua.
El tema de este año, Agua para las ciudades: respondiendo al desafío urbano, tiene como propóstio poner de relieve y estimular a los gobiernos, las organizaciones, comunidades y ciudadanos a participar activamente para responder al desafío de la gestión del agua urbana. Por primera vez en la historia de la humanidad, la mayoría de la población vive en las ciudades. Este crecimiento de la población urbana no va a la par del desarrollo de las infraestructuras de gestión, tratamiento y saneamiento del agua.
La falta de acceso al agua y al saneamiento tienen graves consecuencias en el desarrollo económico y social de los habitantes de las ciudades, sobre todo en los más pobres, ya que en algunos casos deben pagar hasta 50 veces más por un litro de agua que sus vecinos más ricos.
El presidente Felipe Calderón, durante la celebración del Día Mundial del Agua, advirtió que México vive “estrés hídrico” incluso al nivel de algunos países africanos. El presidente expresó que la falta de políticas, inversión y cultura del agua “ha llevado a México a una situación crítica: durante el último siglo, la cantidad de agua disponible por cada mexicano cayó de 31 mil metros cúbicos por habitante por año a menos de 10 mil metros cúbicos por habitante y, desde luego, en algunas zonas muchísimo menos”.
Es imposible lograr un desarrollo humano sostenible sin agua de buena calidad, a la que todos tengamos acceso. Si no logramos convertir el agua en un elemento para la paz, en un futuro podría ser una importante fuente de conflicto.