la oportunidad de vivirla de nuevo
me regocijaría en la verdad de todo
y en la de la vida misma
Permanecería en silencio
para no enturbiar la recepción de
voces, conocimientos y sonidos
mismos que no llegan
cuando se vive hablando
Observaría mí alrededor serenamente
hasta perder los prejuicios que tengo de las cosas,
y que sean ellas las que me digan lo que son;
reinventaría mi mundo olvidando el que conocí
Andaría las calles, veredas y caminos
sin rumbo ni propósito alguno.
Lo haría por el placer de sentir el sol,
el viento, las voces y rasgos de la gente,
el color vivo de las cosas
y deslumbrarme con sus formas
Marcharía por las tardes al poniente
tratando de alcanzar el sol y encender
mi piel con lo maravilloso del ocaso
para luego apagarla al lado de una mujer bajo la luna
Comprendería el silencio de los gatos,
lo dulce de los perros,
lo fiel de los caballos
Aprendería que son sólo huellas del divino.
¡Entonces me volvería más sobrio, reflexivo y
expulsaría de mí al necio y al mezquino!
Disfrutaría tan sólo por impulso
la delicia de un humilde plato,
del olor de la flor silvestre del camino.
Degustaría con placer un trago de buen vino y
escucharía mi voz y la de todos.
Me transportaría en la fantasiosa música de un río,
Y solo así sentiría que vivo.
Sería más yo; aquel que un día de la vida por ahí se me olvido.
Si pudiera volver a vivir…
*Docente Facultad Medicina/UAS.