Por Ulises Cisneros*
Con una agenda de trabajo que no ha parado de ofrecer buenas noticias para Sinaloa, la Secretaría de Turismo muestra ya un ritmo que perfila la estrategia de atención prioritaria que tiene para el gobernador Mario López Valdez este sector productivo, considerado junto con la agricultura y la pesca, determinante para el crecimiento y desarrollo económico de la entidad.
A punto de alcanzar los primeros treinta días de la nueva administración estatal, y aun con los indicadores de seguridad pública que los sinaloenses estamos observando a diario, alienta que los retos de fortalecer las bases de este sector van orientados a una estrategia de vinculación e integración con las demás áreas del gobierno federal y estatal y la iniciativa privada, a efecto de recuperar los mercados nacionales e internacionales que, por las circunstancias conocidas, se han replegado en visitar Sinaloa.
De manera capitular, el anuncio de la inversión de 50 millones de dólares en Isla Cortez para la construcción del primer hotel en Nuevo Altata; la atracción de 10 millones de dólares para la promoción turística de Sinaloa; el replanteamiento de fortalecer las acciones de promoción e infraestructura de la “Escalera náutica” del golfo de California en lo que toca a Sinaloa por el puerto de Mazatlán, además del aún pendiente en relación con Topolobampo; el ahondar en las estrategias del programa “Pueblos Mágicos y señoriales”, considerando a El Fuerte y Cosalá como prioritarios, así como el megaproyecto del Centro Integralmente Planeado de Teacapán, son en resumen un conjunto de acciones asertivas que, en el corto plazo, se orientan a obtener los resultados de una planeación sistemática en la que el tiempo como factor es el principal elemento de oportunidad o riesgo a considerar.
A ello se suma una condición fundamental: La garantía de seguridad pública por parte del estado. Cualquier esfuerzo que vaya destinado a atraer inversiones y a visitantes en este renglón de la economía estatal se irá a pique de no restablecerse el contexto de paz social y certidumbre del respeto a la integridad física y patrimonial de los visitantes y de los habitantes de Sinaloa.
En este punto, son las autoridades de los tres órdenes de gobierno las que deben perfeccionar los sistemas de seguridad pública y de justicia para hacer valer el estado de derecho. Esto aplica no sólo al turismo sino al resto de las actividades lícitamente productivas de Sinaloa. El orden es condición del progreso, reza la máxima positivista. Aun en la distancia relativa a ese pensamiento económico, su vigencia en la actualidad es piedra angular de toda construcción social y económica y, por ende, política.
Sinaloa está en un punto de decisión determinante para su futuro.
Por ello, resaltan los acuerdos tomados en la reunión del 19 de enero, efectuada por la SECTUR y la Secretaría de Seguridad Pública en Mazatlán. Sus respectivos titulares, Oralia Rice Rodríguez y Francisco Manuel Córdova, sostuvieron el encuentro con los representantes de la industria turística del sur del estado para el establecimiento de compromisos que integrarán el expediente de trabajo del Plan de Seguridad al Turista.
A esto se agrega la reunión sostenida el 26 de enero con la titular del Fondo Nacional del Turismo, Adriana Pérez Quesnel, ante el aviso de suspensión de visitas a Mazatlán de los cruceros de tres importantes compañías navieras, miembros de la poderosa FCCA, la Asociación de Cruceros Florida Caribe, cuyas reticencias ante el problema de la seguridad pública en el estado la llevaron a tomar tales decisiones.
De antemano, el gobierno del estado, a través de la Procuraduría General de Justicia y las secretarías de Turismo y Seguridad Pública, así como de la Dirección de Seguridad Pública de Mazatlán, suscribió este 28 de enero un convenio de coordinación que tiene como objetivo principal garantizar la seguridad de los pasajeros de los cruceros turísticos que arriban al puerto.
Dado el carácter de urgente e importante que representa para la agenda pública del estado la protección al turismo, tales antecedentes son determinantes para la reunión que habrá el lunes 31 de enero con la secretaria de Turismo del gobierno federal, Gloria Guevara Manzo, el gobernador Mario López Valdez, y los representantes de la referida asociación.
Allí será crucial el voto de confianza que inspire el Plan de Seguridad al Turista, cuya esmerada elaboración y cumplimiento de compromisos será fundamental para el éxito de esa reunión y la satisfacción de las consecuentes expectativas que, para otras cadenas productivas como el sector inmobiliario, el comercial y el de servicios, al igual que el de transportes y conectividad aérea y terrestre, entre otros, signifiquen las resoluciones tomadas.
Al margen de los intereses particulares que cada giro productivo tenga, por el bien de Sinaloa es indispensable tener una visión sistémica de conjunto y un criterio compartido por los sectores involucrados a efecto de apalancar la estrategia de escalas que obliga, en principio, recobrar la confianza y potenciar a partir de ella las oportunidades de desarrollo.
Todos bajo el mismo paraguas. No hay de otra.
Mazatlán es el punto nodal del modelo a seguir.
Desligarlo de la campaña negra que se ha propalado a nivel nacional e internacional en el río revuelto que significa para otros ganancia de pescadores es un asunto de primera importancia: Los boletines emitidos por las compañías aseguradoras de Canadá y de los Estados Unidos de alertar a sus clientes sobre no cubrir los daños a su integridad física y patrimonio si visitan México y Sinaloa y las ofertas de las empresas de desarrollo inmobiliario y turístico norteamericanas de tener mejores precios a los de nuestro país y estado para condominios y tiempos compartidos, entre otros ganchos, en sus destinos de sol y playa refieren un dumping económico que hay que sortear con sentido común.
Ahí que sí, mientras los sinaloenses nos desgarramos las vestiduras contemplando cómo los árboles caen, obviamos el bosque en el que está inmersa la actividad turística a nivel global. El crack inmobiliario y financiero de los Estados Unidos ha sido también determinante para la menor afluencia de visitantes. Sus empresas han aprovechado la exquisita oportunidad de echar más leña al fuego divulgando a nivel masivo los peligros que comporta viajar a nuestra tierra. Basta un teclazo en internet para corroborar lo dicho. Las tecnologías actuales son los mejores mensajeros del éxito o del fracaso de cualquier campaña, empresa o sector.
Probado está el refrán: “Si la buena fama, corre; la mala, vuela”.
Al margen de ello, tenemos que hacer lo que nos corresponde. Defendernos de tales amenazas con evidencias concretas de la congruencia en la prestación de servicios y en la garantía de seguridad que se demanda por parte de los consumidores de ellos.
Es irse al terreno de lo práctico y de las decisiones acordes.
Esto tiene que ver con todo el sistema de carreteras del estado, con sus puertos aéreos y marítimos, con la infraestructura en general de nuestras ciudades y con la cultura de calidad y servicio que estamos obligados a proporcionar de manera paralela a la certeza de un plan integral que confirme que Sinaloa es seguro para todos.
Tarea que por supuesto nos corresponde a todos los sinaloenses. ¿A quiénes más? Lo cierto es que mientras durmamos el sueño de los justos, otros se aprovecharán de ello y tendrán las ganancias que estamos perdiendo y que habremos dejado ir por nuestra desidia, indolencia, comodidad e irreal estado de confort, presunción y arrogancia culturales, falta de acuerdo y compromiso solidario con el bienestar de nuestro pueblo y a, final de cuentas, por una rotunda incompetencia para asumir el desafío de resolver los problemas que tenemos al frente y que no tienen más periodos de gracia que tomar el toro por los cuernos en lo inmediato.
Si Mazatlán es la mejor carta de presentación y plataforma turística de Sinaloa es, por consecuencia, la joya de la corona a cuidar. Esto no significa desmedro para otros puntos turísticos del estado, los que al verse beneficiados por el acreditamiento y certificación de una mejor imagen a partir de nuestro principal destino turístico, advertirán el cambio positivo de las resoluciones cumplidas por ende.
Lo tenemos todo en Sinaloa. Sierra, valles, costas, un aire limpio y una diáfana luminosidad. Ése es el problema. No hayamos que hacer con todo eso. Y aunque algunos lo maldigan, el calor, el maravilloso calor de nuestra tierra, es nuestra principal fuente de energía y fortaleza. Cuando todo el hemisferio norte de América y Europa está helado durante medio año, el calor de esta amorosa tierra es su oferta singular. ¡Vaya! Si tienes limones, vende limonadas. Si por decreto presidencial, 2011 será el Año del Turismo, apliquemos entonces el sentido común.
¿En todo esto qué tiene que ver la cultura? Demasiado. Mucho. Fundamental. Prioritario. Empecemos por el Carnaval de Mazatlán. Pero ésa, ésa es otra historia por ahora. Lo esencial es vivir en un Sinaloa Seguro para la gente y para quienes nos visiten y todo lo que se desprenda positivamente de tal condición a cumplir.
*Escritor y periodista cultural