Hace aproximadamente 20 años, fui llamado a participar como jurado en un concurso de intérpretes de música tradicional mexicana. Como muchas ocasiones sucede, tristemente, el programa de música de México, no se realizaba en México. La mayor parte de los intérpretes, eran mexicanos, claro. Pero lo produjo una cadena televisiva norteamericana por iniciativa de un conductor chileno: Mario Kreutzberger, mejor conocido como Don Francisco. Se me había dicho que se trataba de cantantes profesionales o en vías de serlo… Y como a tales, los juzgué. Mi crítica fue muy estricta, lo que me valió que la gente que seguía el programa me dijera una frase que el propio Don Francisco acuñó al mirar como de manera recalcitrante, exponía los errores de aquellos que interpretaban la música de mi México. Cada comentario, hacía que Don Francisco dijera: ¡Qué rudo! Y posteriormente, cuando alguien me veía en la calle, me llamaba igual… O peor. Tuve la oportunidad de convivir con Mario, en varias ocasiones. Fue como me enteré de su afición por el buen canto… Más de una vez, comentamos acerca de zarzuela y de los grandes autores del canto popular fino. Pero todas las demás veces en que participé en su programa, la temática en que me veía envuelto, era todo menos canto serio. Así que, cuando recibí la llamada para asistir como jurado de un concurso que llamaron de “canto lírico”, verdaderamente me sorprendió muy agradablemente. Debo señalar aquí, que la nomenclatura utilizada, es de gran adecuación. La lírica, en su origen, se refiere a un género literario poético que requiere de una intensa comunicación emocional hacia una persona que se considera objeto de inspiración. Esa poesía, en la antigüedad, era cantada y acompañada muy dulcemente por una lira. Con el tiempo, la lírica fue adquiriendo una vasta significación hasta llegar a comprender en su significado, a la poesía cantada en la ODA, CANCIÓN , BALADA, ELEGÍA, SONETO… Y aquellas obras de teatro destinadas a cantarse tales como: ópera zarzuela, dramas líricos, zarzuelas, etc. Con el tiempo, la lírica serviría para identificar una manera especial de cantar en la que la técnica vocal exigía un virtuosismo, una calidad de gran envergadura. La lírica así fue utilizada como sinónimo de canto clásico, aunque también para designar al canto popular fino, o sea aquellas canciones que exigen que el cantante emita la voz de manera similar al cantante de ópera, por ejemplo. Pero es necesario señalar que la lírica, por definición, se refiere a la poesía cantada en la que existe una profunda necesidad de expresión emocional para una persona u objeto inspirador. Pues bien, todo esto me vino a la mente cuando Lety, representante de Univisión en México, me invitaba a ser jurado para dicho concurso de canción lírica en el programa de Don Francisco. La propuesta no pudo haber causado mejor impresión en mí. No obstante ser el programa Sábado Gigante, algo que busca básicamente la diversión de la gente, por primera vez, alguien me proponía intentar encontrar la realización del axioma de Bertold Bretch: enseñar diviertiendo y divertir enseñando. No es ningún secreto que el canto de calidad, no es precisamente lo que priva en los medios masivos de comunicación hoy en día. Basta encender la radio o la televisión, para darnos cuenta que, por el contrario, parecería que mientras menos calidad, mayor difusión tienen canciones y cantantes en la actualidad. Así, todavía a medio despertar, tomé camino a la terminal 2 del aeropuerto internacional de la ciudad de México. Imponente amanecer… Sorprendente ausencia de tránsito que esperaba totalmente llena de quienes ya van camino a la escuela o al trabajo. Y mientras repasaba mis notas acerca de la llamada lírica, con un expresso en la mano, apresuradamente acudí al llamado ininteligible de la voz dulce que en el aeropuerto logra siempre dejar perplejos a los viajeros mientras intentan adivinar lo que dijo… “Su atención por favor… Aeroygr3s… anuncia la dyweurbrd76%… de su vuelo… Número… cuatrocientoshy6rw#! con destino a &/%$nmi, por la sala 7/%$*…Tomé mi abrigo y a la carrera llego hasta un módulo de información donde me envían al lado contrario. Después de varias angustias e incertidumbres, llego a la sala 57 para abordar justo a tiempo y dormirme hasta que en el aeropuerto de Miami encuentro a la gente de Sábado Gigante… La grabación de los programas, me deja un gratísimo sabor de boca. Sin dejar a un lado el carácter divertido y ligero de Sábado Gigante, nos dice Don Francisco a los jurados, seamos críticos serios y sobre todo intentemos enseñar a la gente que la lírica es bella, es intensa y no tiene por qué ser aburrida. Con cierto temor ante el resultado, salimos al estudio… Nelson con una voz de barítono dramático impresionante, Elizabeth, una soprano de muy bella voz y yo… Desfilan en cada programa tres jóvenes o no tan jóvenes intérpretes que intentan mostrar que dominan en menor o mayor grado la técnica vocal, condición sine qua non del canto lírico… La gente, un poco tímida al principio, con mayor libertad después, hace preguntas acerca de lo que se va presentando, dudas que la terminología utilizada motiva, o simplemente algún comentario elogioso de los participantes… De ese modo, podemos ir aclarando lo que significa el apoyo, la línea de canto, etc. Se aclaran confusiones que normalmente existen, como el pensar que lírica es una persona sin conocimientos técnicos, teóricos, es decir empíricos, cuando se refiere, como lo he venido comentando, a una cierta manera de cantar, a la técnica y al género… La grabación termina y mañana iré de regreso a México… No puedo evitar que cierto sentimiento de envidia se quede en la atmósfera de mi cuarto… Si la televisión mexicana, mostrara ese interés… Si la gente, dejara de ver la patética cantidad de programas pésimos que les dan y protestaran… Pero dejo los sueños despierto y me sumerjo en el sueño que al dormir me envuelve gratamente sabiendo que los sábados, se engalanan con la lírica.
*Cantante, compositor y escritor