In memoriam de Samuel Ruiz García
Irapuato Gto., 3 de noviembre de 1924/ ciudad de México, 24 de enero de 2011
Por Mario Arturo Ramos*
La memoria es una de las herramientas necesarias de la existencia, a ella recurrimos cuando las fechas determinantes nos marcan para siempre. Así sucedió este 24 de enero, cuando las noticias informaron del fallecimiento de Samuel Ruiz García. La mente viajó en retrospectiva al sábado de junio cuando compartí la mesa con el llamado con toda justicia: “Obispo de los pobres“. La reunión convocada por Andrés convirtió la tarde en una experiencia diferente a la de cualquier atardecer cotidiano. Después de un breve planteamiento donde quedaron claras -por razones históricas- mi postura liberal y mi oficio poético y la de él con un compromiso indeclinable con una de las vertientes latinoamericanas del catolicismo: La teología de la liberación, que es una corriente de pensamiento, acción y fe que predica la voluntad de Dios en contra de las causas que producen la pobreza, la mortalidad infantil, la injusticia, el desempleo y sub-empleo, la violencia, la migración forzada, los magros salarios, la represión, condicionantes que sufren las mayorías de América Latina. Con el transcurrir de la tarde el giro de la charla tomó rumbo a los caminos de la poesía que inventa dioses, que los invoca, que da voz a los que la necesitan, que ofrece testimonio y abre las puertas a la imaginación, que canta a la vida y a la muerte y, que en su manifestación chiapaneca, es un proyecto que enriquece de manera fundamental a la literatura iberoamericana. Salieron a relucir los nombres de Raúl Garduño, Oscar Wong, Elvia Macías, Eraclio Zepeda, Oscar Oliva, Roberto López Moreno, Efraín Bartolomé, Enoch Cancino, María del Rosario Bonifaz, tal y tal y desde luego: Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Juan Bañuelos. Entonces por razones de memoria, hoy que “Tatic” (Nuestro padre, en tzotzil) ya no se encuentra, les pido permiso estimados lectores para decirle adiós, el trabajo de tres poetas nacidos en Chiapas.
“El agonizante”
Juan Bañuelos- 1932
Entre el moribundo y el muerto
como zumba el asombro,
como zumba el insecto burlón del silencio;
como esa mirada de pez sobre la arena
sube la marea de la preñez amarilla del espectro;
cómo su boca se abre
sin estruendo;
cómo su frente es un paisaje
ya sin viento
y un día breve en su mejilla.
En su mano derecha
hizo un tálamo el tiempo.
El cuarto es un planeta a la deriva
que encallará en su pecho.
El gruñido lejano de una puerta
desova la noche entre sus huesos.
¡Que proa su nariz hendiendo el alba!
Un invisible animal se duerme en sus cabellos.
“Trayectoria del Polvo” VII
Rosario Castellanos -1925/1974-
He aquí que la muerte tarda como el olvido.
Nos va invadiendo lenta, poro a poro.
Es inútil correr, precipitarse,
huir hasta inventar nuevos caminos
y también es inútil estar quieto
sin palpitar siquiera para que no nos oiga.
Cada minuto es la saeta en vano
disparada hacia ella,
eficaz al volver contra nosotros.
Inútil aturdirse y convocar a fiesta
pues cuando regresamos, inevitablemente,
alta la noche al entreabrir la puerta
la encontramos inmóvil esperándonos.
Y no podemos escapar viviendo
porque la vida es una de sus mascaras.
Y nada nos protege de su furia
ni la humildad sumisa hacia su látigo
ni la entrega violenta
al circulo cerrado de sus brazos.
“Algo sobre la muerte del Mayor Sabines” XIII
Jaime Sabines- 1926/1999
Padre mío, señor mío, hermano mío,
amigo de mi alma tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío
saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un rio,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frio
saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!
*Autor e Investigador