Al reunirnos en este primer mes del año en la XV edición del seminario, no puedo sino evocar la significación de este grupo que reúne a investigadores de diversos centros de investigación y docencia de nuestro país y que ha recibido con gran apertura a historiadores de otras partes del mundo de forma ininterrumpida durante la última década y media. La primera impresión que tengo es que, si bien actualmente es el único seminario en México de esta naturaleza, también lo es el hecho de que se erige como el heredero de una tradición historiográfica de gran parte del siglo XX.
Por ejemplo, en este momento quiero evocar el trabajo sistemático realizado por décadas por dos historiadores jesuitas desde Roma. Me refiero a los padres Ernest J. Burrus y Félix Zubillaga. Burrus y Zubillaga, como un estribillo que resuena sobre mis recuerdos de estudiante de historia, desarrollaron una labor monumental dirigida en al menos cuatro frentes, el primero en la investigación histórica desde el Instituto Histórico y el Archivo Romano de la Compañía de Jesús, el segundo mediante la revisión de la bibliografía que cruzaba el océano y llegaba a sus manos y de la cual realizaban sendas reseñas y comentarios críticos de forma sistemática juntando entre ambos personajes cerca de medio siglo de revisión historiográfica ininterrumpida. Se trataba del comentario de los historiadores de la compañía, que, desde su punto de vista ubicado en el centro de la orden en Borgo Santo Spiritu daban a conocer sus resultados en la revista Archivum Historicum Societatis Iesu de circulación mundial y que era la prueba de fuego para muchos historiadores en ciernes e incluso para los consagrados. Desde la década de 1930 y hasta la de 1970 nadie que escribiera sobre jesuitas en Nueva España se escapaba pues de estos verdaderos fiscales de la historiografía jesuítica. La tercera, mediante la edición crítica de una de las obras clásicas de los jesuitas en América, como es la Historia de la provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España entre 1956 y 1960. Y finalmente la cuarta faceta refiere a la edición documental en donde han quedado reunidos para la posteridad de todos aquellos que llegamos después una diversidad de trabajos, de los que el más notable es la Monumenta Mexicana en sus 7 primeros volúmenes editados entre 1956 y 1981 de 8 que hay actualmente.
La lectura en noviembre pasado de algunos de sus trabajos escondidos en la mencionada revista no dejó de provocarme un cierto escalofrío sólo de sentir que esfuerzos como el de mi tesis de doctorado, hoy libro, podían contener resultados de investigación que pude haber desconocido en su momento y que yo presentaba como novedades. Me refiero en primera instancia a un trabajo de Félix Zubillaga, “La provincia jesuítica de la Nueva España, su fundamentación económico: siglo XVI” que es un artículo de 1969 que refiere a las fundaciones de colegios en las principales ciudades de la Nueva España y que, felizmente para mí, no alcanzó sino sólo a mencionar a la Misión de Sinaloa en su etapa formativa. Son pues trabajos que debemos conocer, pues incluso la Monumenta mexicana se erige como una obra de coleccionistas sobre la que se pueden obtener muchísimos más frutos de acuerdo a los intereses individuales.
Burrus y Zubillaga son pues los historiadores de la compañía desde Roma, pero hubo otros esfuerzos aislados que han logrado erigirse en verdaderos referentes para nosotros. Por ejemplo el de Herbert E. Bolton, quien por décadas investigó aspectos de la historia jesuítica del noroeste de México y que devino en su gran obra Confines de la cristiandad. La edición y traducción de esta obra de su original en inglés, en la que tuvo mucho que ver un distinguido miembro de este seminario, el Dr. Gabriel Gómez Padilla probablemente no podría comprenderse sin la existencia del seminario que hoy nos reúne. Otros como Charles Polzer realizaron grandes esfuerzos desde Arizona y su obra Rules and precepts on the jesuit missions of Northwestern New Spain es asimismo una obra clásica de la historiografía jesuítica en Nueva España. Cabe decir que, asimismo, Polzer fue uno de los pioneros y animadores iniciales de este seminario.
Y hablando de animadores creo que todos estamos orgullosos de poder encontrar aquí, en Culiacán, a uno de esos hombres que desde hace algunas décadas se dedican a estas cosas de la jesuitología, pues Miguel Mathes es asimismo uno de los referentes y pilares de nuestro encuentro anual con sus contribuciones sobre la historia de la antigua California. Para darnos una idea del personaje les comentaré que Mathes fue uno de los reseñados por Félix Zubillaga justo hace 4 décadas, en 1970 por su trabajo “Californiana II. Documentación para la historia de la explotación comercial de California 1611-1679”. La reseña de Zubillaga se convirtió en un verdadero artículo a partir de las fuentes primarias compiladas por don Miguel.
De alguna forma las personas que he mencionado son nuestros referentes y en este sentido no puedo dejar de mencionar a otro de nuestros pilares en éste seminario como es el Dr. Sergio Ortega Noriega, miembro asimismo de El Colegio de Sinaloa. Los trabajos que el Dr. Ortega realizó para la historia general de Sonora tocante a la historia misional son en muchos aspectos el modelo que hemos tenido por un cuarto de siglo y esperamos ya, con ansiedad, su correspondiente contribución a la etapa colonial de la historia general de Sinaloa que sabemos está terminada.
La idea de este recuento es decirles que después de todos ellos y de muchos otros que sería imposible nombrar, quienes desarrollamos tópicos de historia de la compañía de Jesús o de la religión, algunos desde hace 15 años, otros desde hace menos tiempo, no tenemos más esa sensación de trabajar solos en el mundo y estamos como grupo en posibilidad de hacer muchas otras cosas. Creo que una de las claves que ha permitido la permanencia del seminario desde 1996 ha sido justamente que da cabida a investigadores con distintas formaciones académicas e intereses de investigación, y no sólo del tema original, referido a la Compañía de Jesús en el noroeste novohispano. Una riqueza que Carlos Zazueta, nuestro excelente anfitrión ha tenido mucho cuidado en fomentar ante viento y marea. Así, nos encontramos con distintos campos que van desde el punto de vista de los arqueólogos sobre los vestigios misionales, el de los antropólogos y etnohistoriadores sobre las sobrevivencias y tradiciones de los grupos que históricamente recibieron la evangelización de parte de los jesuitas, los historiadores del arte, -creo que debo decir las historiadoras del arte- que siempre han tenido un lugar bien ganado en este grupo, los historiadores de la ciencia que asimismo han contribuido con su punto de vista especializado. Y por supuesto la historia reciente también se encuentra bien representada en aspectos varios, desde los estudios y recuentos historiográficos, el papel de los grupos católicos y los movimientos sociales y por supuesto, de los jesuitas en momentos clave de la historia. La presencia de bibliógrafos, archivistas y editores, así como de estudiantes de historia, tanto en la parte de los expositores, como del público siempre fiel hace de las reuniones un cuasi-espectáculo en las que hasta el más avezado sale raspado, de tal forma que no le deseo a nadie ser un novicio.
Gracias al Colegio de Sinaloa por mantener una actividad que ya es parte de una gran tradición y sean todos bienvenidos a este XV Aniversario del Seminario La Religión y los Jesuitas en el Noroeste Novohispano.
*Investigador Centro INAH Sinaloa