Estatal

Doña Carlota Peña Ruvalcaba

Por domingo 23 de enero de 2011 Un comentario

Por Juan Manuel Véliz Fonseca*

Nació cuando la villa de Sinaloa llevaba el apellido de Zaragoza, un día 14 de noviembre de 1875 y murió, cuando llevaba el nombre de ciudad de Sinaloa de Leyva, el 8 de agos­to de 1960, en su domicilio particular ubicado en la calle Benito Juárez s/n. Hija del licenciado Francis­co Peña Montoya, (1828-1903) quien estudió en la Escuela de Derecho de Guadalajara, Jalisco, donde fue compañero y entabló una fuerte amistad con el licenciado Eustaquio Buelna Pérez, quien fue go­bernador de Sinaloa en el periodo 1871-1875, y lo convirtió en secretario de gobierno. Su mamá fue la señora Guadalupe Rubalcaba de Peña (¿- 1933) originaria de Guadalajara. Sus hermanos fueron el licenciado Federico Peña, (1860-1920) la poetisa Isaura Peña, (1864-1946) Fernando Peña, (¿-¿) Gui­llermo Peña (murió fusilado el 1 de diciembre de 1914, en la toma de Mazatlán, por servir a Victoria­no Huerta y la traición a Leyva Solano en la villa de Sinaloa) entre otros.

Primero estuvo casada con el rico minero de San José de Gracia, José Manuel Peña, del cual que­dó viuda siendo muy joven. Después, en segundas nupcias, lo hizo con Candelario Peña Rocha, siendo éste, trabajador de su padre y también originario de San José de Gracia, hijo de un minero llamado Candelario Peña y de doña Florentina Otilia Rocha. Su segundo esposo, ya mayor y con el peso de los años, lucía en su cabeza unos cuantos pelos; los jó­venes de aquella época y jugadores de la catota o canica expresaban el siguiente dicho: “Por un pelito de Peña Rocha casi te gano”. Primeramente doña Carlota se firmaba como “Carlota Peña viuda de Peña, de Peña Rocha”, después se quedó sólo con los apellidos de su segundo esposo “Carlota Peña de Peña Rocha”.

Doña Carlota, en sus dos matrimonios no pro­creó hijos, fue una persona muy dadivosa con la gente pobre; con gran espíritu altruista siempre se preocupó por ellos, porque tuvieran algún albergue que los protegiera de las inclemencias del clima, o bien porque la niñez tuviera una escuela donde es­tudiar y son los siguientes:

El antiguo propietario de este edificio fue su pa­dre, licenciado Francisco Peña Montoya. Al mori éste pasa a propiedad de su hermana Isaura Peña; ésta última la vende a doña Carlota Peña de Peña Rocha, quien al morir deja como encargo que esta finca pase a donación como “una casa de posada para enfermos pobres”:

“El señor Candelario Peña Rocha, el día 16 de marzo de 1961, donó al gobierno federal y aceptó la donación en nom­bre de éste el señor Manuel Rojas Arias, en su carácter de Jefe de la Oficina Subalterna Federal de Hacienda en este lugar; fue donada la finca urbana ubicada en la calle Benito Juárez y Escobedo (hoy Daniel Gámez Enríquez), un terreno en la ca­lle Benito Juárez y Antonio Rosales s/n, (donde se construyó el Centro de Salud viejo) así como una superficie de tierra de 36-19-48 hectáreas en la comisaría de Cubiri de la Máquina. Firma el Notario Público Lic. Mariano Velarde Piña, Guasave, Sinaloa, de 1963”. Respecto a estas donaciones nos comenta Guadalupe Peña Peña, familiar y ahijada de doña Carlota, lo siguiente: “Mi Nina dejó tierras cultivables y dinero para man­tener y rehabilitar la casa de lo que hoy es la Cruz Roja. La dejó como un hospicio para lo pobres, no para la Cruz Roja; también a Peña Rocha le dejó dinero en oro, para reparar la casa y lo que le sobrara lo enviara a la Basílica de Guadalupe de México. Sólo arregló una parte de la casa, el otro dinero se quedó con él.

Continúa su sobrina Guadalupe Peña: “Mi niña adoraba a la Virgen María Auxiliadora y San Juan Bosco, de los misione­ros Salesianos; a estos últimos les envió 60 mil pesos en oro”.

Anteriormente estaba construida una finca. La gente la conocía como la “Casa de Arcos”. Sus antiguos dueños fueron Jesús Gaxiola y socios; después éstos realizan un contrato de compraventa a favor de doña Carlota Peña de Peña Rocha. Esta finca se fue destruyendo con el paso del tiempo, formán­dose un baldío grande que servía para que ahí se instalaran las carpas de circos o cines ambulantes.

El gobierno del estado ofreció al municipio la construc­ción de una escuela primaria, ya que funcionaba una escue­la dentro del palacio municipal llamada “Lic. Benito Juárez”, que ya era infuncional y sólo le hacía falta el terreno. El día 30 de mayo de 1960 el doctor Roberto Lasso Herrera y don Juan Sandoval Pérez fueron testigos de esta donación que hizo doña Carlota Peña de Peña Rocha al gobierno del estado para así poder construir una escuela la cual lleva el nombre del “profesor Enrique Romero Jiménez”.

Algunos vecinos y conocidos comentan sobre las “cala­bazas de oro”, que tenían doña Carlota y su esposo don Can­delario Peña Rocha y las exhibían en su escritorio; incluso también se dice que éstas contaban con hojas y guías de esa planta. Tanto sus padres como su nuevo esposo Peña Rocha, continuaban con esa actividad a pesar de que la minas de la región de San José de Gracia ya estaban “agotadas”, pero él tenía el anhelo de encontrar una mina rica en ese metal pre­cioso, incluso hay un dato importante que surgió en una pláti­ca entre un servidor y el cronista oficial de Sinaloa José Ángel Gómez Mora y es el siguiente: “Un día platicando con Arturo Mussot Rojo, originario de Sinaloa, radicado en la ciudad de Guasave y conocido como “El tío Mussot”, en una de sus sa­brosas pláticas me comentó que doña Carlota Peña de Peña Rocha, había regalado una calabaza de oro al Papa Pío XI, que le servía de frutero y solamente la tapadera pesaba siete kilos de aquel oro “del bueno”, y que en una parte de ella rezaba la siguiente: “Donada por Carlota Peña de Peña Rocha de la Villa de Sinaloa”. El tío me dijo que él lo había leído en una revista de corte católico”. Aunque Lupita Peña nos dice que “eso de las calabazas no es cierto, lo que sí tenía mi niña era oro del bueno”. Otra versión sobre doña Carlota es la que nos cuenta Mayra Almeida Villegas, ya que su mamá María de los Ánge­les Villegas trabajó en los quehaceres de la casa por muchos años:

“Mi hermano Rigo y yo nos criamos con ellos pero más él; yo hice la primera comunión en su casa. Doña Carlota era una señora de la alta alcurnia, muy católica y dadivosa con la gente pobre. Se hablaba de monedas de oro que estaban colocadas paradas en una caja; también de un rancho que le llamaban El Negro, después nos enteramos que a mi mamá le habían dejado una parte de tierras de ese rancho y nunca se lo dijeron.

Tanto dinero que tuvieron y su esposo Peña Rocha murió pobre, pidiendo limosna en la ciudad de Los Mochis. Dicen que le quitó todo una mujer”.

Como ven, amigos lectores, las autoridades y sociedad estamos en deuda con este personaje, doña Carlota Peña Rubalcaba, quien donó sus bienes y sirvieran a todos los sinale­yvenses.

Sus restos descansan en el panteón de Sinaloa Leyva en una tumba abandonada y destruida.

*Profesor FCA-UAS, Sinaloa de Leyva.

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Un Comentario

  • JESUS FELIX MONTOYA dice:

    Don Candelario Peña Rocha, ya viudo de Doña Carlota Peña de Peña Rocha, casó con mi Tia Elvira Montoya Norzagaray, que por cierto eran primos segundos entre ellos, ya que mi Abuelo se llamaba Simon Montoya Peña, y quiero aclarar que Don Candelario si murio en Los Mochis, pero no pidiendo limosma, vivian el y mi Tia en una casa chica pero digna y mi Tia que era menor que el trabajaba cosiendo ajeno y pintaba cuadros para vender, tuvo pues Mi Tio Candelario una vida digna en sus ultimos dias. jfelixmontoya@hotmail.com

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