Comunicado de CONACULTA
La bella y pintoresca población de Santiago Papasquiaro, en Durango, vio nacer el último día del siglo XIX (31 de diciembre de 1899) al genial violinista, compositor y director de orquesta, Silvestre Revueltas, y legó a México invaluables piezas musicales que aún hoy continúan sorprendiendo a los expertos en todo el mundo.
El año en que nació el maestro Revueltas, México también tuvo el privilegio de albergar en su seno a otros dos músicos que al paso de los años se convirtieron en importantes figuras, Carlos Chávez y Eduardo Hernández Moncada.
Silvestre Revueltas fue un niño prodigio del violín, pues tocó ese primer instrumento cuando tenía cinco años y dio su primer recital en 1911.
Hijo de Gregorio Revueltas y Ramona Sánchez, fue el hijo mayor de una familia con destacados personajes en cultura de México, como Fermín (pintor y muralista), José (escritor, novelista y guionista), Consuelo (pintora) y Rosaura (actriz).
Considerado por la crítica como uno de los más grandes compositores del siglo XX, se ha señalado el inicio de Revueltas en la composición como tardío ya que no comenzó seriamente a componer sino hasta 1929, de hecho su obra abarca prácticamente sólo 10 años, de 1930 a 1940.
Una gran cantidad de obras de Revueltas incluyen distintas versiones como los dos primeros poemas sinfónicos de la trilogía Cuauhnáhuac, Esquinas y Ventanas por orden cronológico. Otras obras fueron arregladas y reconstruidas por distintos autores después de la muerte del compositor.
Entre sus obras destacan sinfónicas, ballets, canciones y composiciones teatrales como Dúo para pato y canario, El tecolote (1931); Ferias y alcancías (1932); Tocata (1933), Platos (1934) y Redes (1935). Además de Janitzio (1936); Sensemayá, Canto y pequeña orquesta (1938); Homenaje a García Lorca y La coronela (1940) y la banda musical de las películas Vámonos con Pancho Villa, La noche de los mayas y Ocho por radio, entre otras.
El desaparecido promotor cultural, escritor y jurista duranguense, Héctor Palencia Alonso escribió en un ensayo sobre Revueltas: “La culminación del nacionalismo artístico consciente se encuentra en la obra grandiosa de Silvestre Revueltas, genio sutil, músico de zumbidos y de truenos, alma martirizada que arrulla con el tintineo de los cantos purépechas en Redes, o conmueve con sus tiempos lentos como el de Janitzio que envuelve de tristeza el corazón, o azota con rabia acumulada por los lustros a la aristocracia de zarzuela, aprisionada por Posada en sus litografías, al crear la polifonía agresiva y burlona de su Coronela”.
Escribió Silvestre que su padre era “un comerciante que amaba el arte y la poesía…A él debo [añade] lo mejor de mi vida interior y mi mejor amor para los hombres”, señala Héctor Palencia Alonso.
A la capacidad de ensueño de su madre, atribuye Silvestre que él naciera con afición por la música “y una inacabable nostalgia de nuevos horizontes”. Y el recuerdo más vivo de su infancia es el de un viaje por la sierra. De niño llenó sus pupilas de las armonías de la sierra, y sintió el dolor de los mineros, de los humildes, de los desposeídos de la tierra, señala Palencia Alonso en su ensayo.
Revueltas inicia sus estudios de violín en su natal Santiago Papasquiaro, los continúa en las poblaciones de Colima y Ocotlán, en el Instituto Juárez, antecedente de la actual Universidad Juárez del Estado de Durango, y en los años de la Revolución Mexicana en el Conservatorio Nacional de Música donde empieza simultáneamente el estudio de la composición.
Según registros sus primeros trabajos de composición datan de 1915 y en ese entonces buscaba ganarse la vida tocando en cines y orquestas. Poco tiempo después, por decisión de su padre, Gregorio Revueltas, Silvestre y su hermano Fermín viajan a Estados Unidos, para continuar sus estudios.
Con 17 años de edad, Silvestre ingresa a la escuela jesuita de St. Edwards, en Texas, donde se le recuerda como un músico especialmente dotado, que ofrecía recitales. Allí descubre la música de Claude Debussy, de quien tendría una gran influencia, así lo demuestra una de sus primeras piezas para piano, Margarita.
Debido a su talento, en 1919, Silvestre ingresó en el Chicago Musical College, donde obtiene el diploma en violín, armonía y composición. Durante su estancia en Chicago, considerada la ciudad cultural y musical de la época, se relaciona con movimientos de izquierda y se casa con la cantante Jule Klarecy, con quien tuvo una hija, Carmen. También en esa época Silvestre se hace adicto al alcohol, enfermedad por la que más tarde perdería la vida el 5 de octubre de 1940.
Revueltas vive en ese tiempo momentos vertiginosos. En 1920 regresa a México y en 1922 vuelve a Chicago y conoce al violinista checo Otakar Sevcik. En 1923 muere su padre, situación que lo obliga a regresar a México. Su situación económica se vuelve precaria y ofrece recitales como única manera de sostenerse económicamente.
El compositor se abre paso en el ambiente cultural de México y se relacional con figuras destacadas en las bellas artes. Conoce y hace amistad con el músico Carlos Chávez en 1924, pero poco después regresa a Chicago a atender trabajos pendientes. En 1925, Silvestre regresa a México y deja Chicago para siempre. Sin embargo, insatisfecho con el ambiente musical de México, regresó a Estados Unidos. Entre 1926 y 1928 reside en las ciudades de San Antonio, Texas y Mobile, Alabama. Revueltas compone la primera obra importante de su catálogo Batik para pequeña orquesta.
Para Silvestre Revueltas, la Unión Americana fue durante su vida tierra de aprendizaje y de formación. Entre 1917 y 1929 (o los últimos días de 1928) en diversos momentos y con intermitencias Revueltas vivió, trabajó, aprendió, enseñó, se casó, confirmó su talento como ejecutante (al violín) y puso la semilla de su trayectoria como compositor, indica Jesús del Toro en su ensayo Silvestre Revueltas: Una aproximación a su presencia en Estados Unidos.
Carlos Chávez fundó en 1928 la Orquesta Sinfónica de México e invitó a Revueltas a participar como director asistente de la orquesta. Este acontecimiento representó la inclusión de Revueltas en el desarrollo cultural de México. Sin embargo, Revueltas desdeñaba su propia capacidad de compositor y dudaba de presentar sus obras al público, además la crisis con el alcoholismo comenzaba a agravarse. Después de una intensa relación musical en 1935 se suscitó una ruptura entre Chávez y Revueltas, sin que se supiera la causa exacta de ello.
En 1937, mientras España se encontraba en plena guerra civil. Revueltas participó en un viaje a ese país en el marco del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura.
El compositor fue parte de la delegación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), organización de la cual había sido presidente el año anterior.
El compositor fue compañero de viaje de otros destacados mexicanos, como el pintor José Chávez Morado y los escritores Carlos Pellicer, Octavio Paz y Elena Garro.
En España, Revueltas coincidió con otros grandes artistas, como Pablo Neruda, León Tolstoi, Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Pablo Casals y David Alfaro Siqueiros. Silvestre dirigió su música en España y visitó diversos lugares en el frente de batalla. Posteriormente el compositor mexicano fue a París y solicitó a México ayuda económica para ir a la Unión Soviética, apoyo que no obtuvo.
A Revueltas se le agotó el dinero y logró regresar a México gracias al ofrecimiento de Paz y Garro de cambiar sus dos pasajes de clase turista para Nueva York por tres de tercera en viaje directo a Veracruz.
Nuevamente en México Silvestre Revueltas siguió dirigiendo y componiendo en un nuevo impulso creador. Murió a los 41 años de edad en la madrugada del 5 de octubre de 1940, a causa de una bronconeumonía. Sus restos se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón Civil de Dolores de la Ciudad de México.