Por Juan Cervera Sanchís*
Llega la Navidad y una vez más la gente decide iluminar un arbolito.
Dinero, que no hay, para todo… Es el dinero el actor estelar de esta vieja película y muchos sufren, sufren y padecen por su causa y heridos de “no tengo”.
Comerciantes hambrientos de ganancias calculan y etiquetan. Se trata de vender y de comprar. Se habla del aguinaldo. Familiares y amigos compartirán la cena. Esa cena que a lo largo del año casi nadie comparte. Se repiten palabras gastadísimas.
El olor del alcohol se intensifica. Se brinda en todas partes. Se reparten abrazos. Y sonrisas. Y algunos comen pavo.
Para un observador de otro planeta tal vez parecería que el nuestro es muy feliz en Navidad, pero nosotros, ¡ay!, a cierta edad sabemos… Aunque sería precioso creer en los milagros nuevamente y llenarse la boca de anís y Niño-Dios, y todo eso… Sería, ¡oh, sí!, precioso, pero eso no es tan fácil y aunque uno sigue el juego de los brindis, los cantos, los abrazos…. la feliz Navidad no es tan feliz.
Sin embargo, uno trata de engañarse y beber y cantar y creer en los viejos amigos, lo que es harto difícil, cuando al son de diciembre, porque así son las cosas, llega la Navidad y una vez más la gente se enmascara de abrazos y sonrisas y se viste de amable cortesía y habla, por una noche, de paz, de amor, de vinos y esperanzas; aunque lo cierto es que seguimos en guerra sin cuartel, como siempre, en esta lucha inútil de todos contra todos de la que, finalmente, todos, sin excepción, saldremos derrotados.
*Poeta y periodista andaluz