Por Ulises Cisneros*
Bajo la tesis de considerar la figura de Heraclio Bernal como la de un guerrillero precursor de la gesta revolucionaria y no la del gavillero que el porfiriato propagó en su época, el escritor Manuel Rojas hizo la presentación de su libro “Heraclio Bernal. Así se gestó la revolución mexicana” el pasado 24 de noviembre en el Archivo Histórico General del estado.
A contrapelo de las versiones oficiales sobre su historia, Manuel Rojas fundamentó su trabajo en la investigación que durante años hizo acerca de “El rayo de Sinaloa”. Eso le valió ser considerado por la compañía productora argentina, Ánima Films, para fungir como asesor historiográfico de una serie sobre “Bandoleros legendarios de México”, la que en un solo capítulo acaba de transmitirse por History Channel apenas la semana pasada en un maratón televisivo con motivo del centenario de la revolución que incluyó otros documentales sobre Madero, Carranza, Villa y Zapata.
No sólo fue con relación a Bernal, sino también en torno a Joaquín Murrieta que a Rojas lo llamaron para argumentar dicho capítulo, al que se agregaron las leyendas de Jesús Arriaga, “Chucho El Roto”, y de la banda de “Los Plateados”.
Casi a la par, Rojas ahondó en el estudio sobre Murrieta y así llegó a precisar que fue de origen mexicano, nacido en Sonora el 16 de agosto de 1828, y a establecer que, por la heroicidad de sus actos, se convirtió en una de las figuras más populares de la lucha de emancipación de California.
Con ello contradijo la versión muy propalada de su supuesta ascendencia chilena, retomada incluso por Isabel Allende en su novela “El Zorro” y más distorsionada aún en diversas películas de Hollywood. Dio al traste con la ficción montada acerca de su figura al indagar que fue Walt Disney quien encargó a uno de sus guionistas crear el personaje de “El zorro”, basado en las características y pasajes de Murrieta.
Con el mismo carácter reivindicatorio, Rojas enfocó su visión sobre Heraclio Bernal a partir del exhaustivo seguimiento que hizo de su vida y de sus acciones.
Un trabajo similar y hasta coincidente en su enfoque con el de Rojas es el de la obra de teatro “Los caminos solos”, del dramaturgo Óscar Liera. “El Fénix de las tempestades” sintetizó de manera magistral el tratamiento dramático y el sentido político de la tragedia protagonizada por Heraclio, dándole un aliento épico, ulterior a los mezquinos propósitos de sumirlo en la descalificación histórica.
De la misma manera que Liera, Rojas captó el sentido esencial y la trascendencia de la lucha emprendida por Bernal. Para ello, fueron capitulares en su tarea las proclamas de rebelión política consignadas en el Plan de La Rastra (1885) y en el Plan de Conitaca (1887).
Sobre todo en esta última, Bernal acuñó el lema de “Justicia y libertad” para plantear en primera instancia el desconocimiento del gobierno de Porfirio Díaz y exigir el fin de las desigualdades sociales y económicas mediante la justa remuneración a los trabajadores, tratados casi como esclavos y obligados a jornadas laborales de más de 12 horas, entre otros puntos que reclaman también la supresión de las jefaturas políticas, la restitución de tierras a los pueblos indígenas, la protesta en contra de la Ley de Baldíos y la libertad de sufragio electoral, fincada en la demanda de No Reelección.
En su libro, auspiciado por el Ayuntamiento de Cosalá y presentado en el Festival de Octubre de Baja California, Rojas propone despojar a Bernal de la catadura de delincuente que la historia misma le enjaretó y a identificarlo como un precursor de la revolución mexicana por la naturaleza simbólica de sus ideas y por la contundencia de sus actos.
No sin cierta controversia en virtud de que, en la actualidad, persiste entre algunos historiadores la opinión de que fue simplemente un bandolero, Rojas, empero, acude a la demostración de que Heraclio tuvo una formación liberal e imprimió a sus actos un sentido político debido a la ascendencia ideológica de su padre, Jesús Bernal, y de su maestro, Ángel Bonilla, seguidores incondicionales de Benito Juárez.
Dicho forjamiento intelectual se robusteció durante su instrucción en el Seminario de Durango, tanto como cuando en la cárcel de Mazatlán conoció a un español que lo instruyó en el conocimiento de las ideas de los socialistas alemanes y franceses. Al escapar de la prisión, Bernal se dedicó a ser un salteador de caminos poco antes de entablar relación con el ex gobernador de Zacatecas, el general Trinidad García de la Cadena, irredimible opositor a Díaz y aspirante a la Presidencia de la República.
Hasta antes de su muerte el 5 de enero de 1888, Bernal había logrado extender su influencia a los estados de Sinaloa, Durango y Nayarit. A su cabeza le pusieron precio: La traición de su compadre, Crispín García, lo cobró.
En su libro, Rojas es prolijo en la datación cronológica de la vida de Heraclio y en los motivos políticos de sus actos. Entre las varias publicaciones que se han sucedido con motivo del Centenario de la Revolución, destaca su obra debido a la experiencia historiográfica que ha expuesto en otros estudios como los que efectuó acerca del Indio Jerónimo y las rebeliones de los apaches, pero más aún por el hecho de indagar, bajo la perspectiva referida, la figura de Bernal al margen de las posturas de otros historiadores locales.
A ello contribuye que Manuel Rojas sea catedrático de la UABC y que, como sociólogo, tenga el relativo distanciamiento académico como para estructurar una interpretación de la vida y obra de Bernal distinta a la de las apasionadas versiones que han proliferado durante más de un siglo.
Pero sin duda, otro acicate mayor lo representa el hecho de ser Manuel Pérez Rojas, que es el de su nombre completo, sobrino del ex gobernador sinaloense, Enrique Pérez Arce, e hijo del militar Juan Pérez Arce, hermano menor del mandatario depuesto en 1953, debido a la conjura política que se aprovechó de su enfermedad, el mal de Alzheimer, para obligarlo a renunciar en medio de un escándalo del que todavía no se han escrito los pormenores que conllevó el cruce de intereses y ambiciones de los actores políticos de aquel entonces. Ésa es, por supuesto, otra historia pendiente de contar a pie juntillas en Sinaloa.
*Periodista, escritor y conductor de radio UAS.