Por Raúl Barba Arciniega*
Allá por el año de 1968 empecé por un mero accidente laboral, a incursionar en el ámbito artístico de la fronteriza ciudad de Tijuana, B.C. Como empleado de una embotelladora de refrescos me encomendaron la labor de surtir el bebestible que producían, en el espacio donde se celebró una EXPO GANADERA, AGRICOLA E INDUSTRIAL por el rumbo de Playas de Tijuana.
Mi labor consistía en supervisar que el surtido fuera eficaz y por ello, tuve la oportunidad de arribar al espacio donde se desarrollaba un concurso musical, en el que de manera reñida contendía lo más granado, artísticamente hablando, de los creativos compositores locales, y de los muy profesionales interpretes musicales.
Ahí conocí a Goyo Hernández, nativo de Estación Dimas, Sinaloa, que entusiasta pero nervioso concursaba con un tema dedicado a la ciudad titulado La frontera de Tijuana… que versa así…”que bonita es la frontera de Tijuana, al decirlo se me ensancha el corazón, que bonita es mi Baja California, es orgullo de toda la nación”.
Su tema triunfo y por tal motivo se grabo y difundió con profusión en las emisoras radiofónicas de la ciudad y seria luego grabada profesionalmente por la popular cantante Beatriz Adriana, por Gualo Silva, por Los Tigres del Norte y párele de contar, tomando vuelo, no solo su canción, sino también su prestigio como autor y compositor.
Simpático mayúsculo y chambeador incansable, no perdía oportunidad de entregar casetes por aquí y por allá conteniendo otros temas de su inspiración. “Porque los besos que yo te daba, se que te queman el alma, y las caricias que yo te hacía, nunca podrás olvidarlas” frase gancho de su canción “Creíste”, que se escuchó bastante con sus paisanos Los Tigres del Norte.
Recuerdo que por invitación de otro ameritado compositor tijuanense, Rodolfo Aguilar, asistí una noche al local donde sesionaban los “enfermos de la azotea” (como bautice a los inspirados), que tenían su Asociación Bajacaliforniana de Autores y Compositores (ABAC), facilitado por un pundonoroso caballero como lo es el ingeniero y compositor Don Francisco Munguía, que era el gerente de CANIRAC, donde Hernández prestaba sus servicios. Ahí conviviendo y “combebiendo” nos hicimos grandes amigos Goyo y yo y me gustaba mucho hacerle segunda, pulsando nuestras guitarras en su canción “La Reyna es el Rey”… que a la letra expresa una gran y comprobada verdad…”Unos dicen que el hombre no llora, otros dicen que el hombre es el Rey, yo les digo que todo es mentira, que el hombre si llora por una mujer”.
Con su primera esposa tenían un abarrote allá por la Col. Alemán y en cierta ocasión que lo visitaba, aprecie su inacabable y espontaneo humor, pues llego un muchachito pidiendo medio kilo de tortillas, a lo que Goyo le espeto “ frías o heladas”, que por lo inesperado de su contestación me provoco mucha risa y a él también.
Virtud a ese chispeante modo de ver la vida, pegó con tubo su cumbia “La Secretaria” que fue grabada por La Banda Macho, luego vinieron otros éxitos cumbieros con sus temas “Yo soy Pascual”, “El Celular”, etc, etc, que le dieron muy buenas satisfacciones y dividendos económicos.
En el área matrimonial no le cobijo la fortuna, pues casado dos veces con ejemplares damas con quienes procreó bella familia, la insensible e impasible muerte le arrebató sus querencias tempraneramente.
Aún se me atragantan las notas cuando suelo cantar su canción “Que difícil olvidarte”, que contiene como estribillo doliente la más sincera de sus quejas espirituales ante la ausencia de quienes compartieron sus pobrezas y sus luchas hasta el triunfo artístico y económico.
Con la grandeza de la sencillez que le caracterizaba y con una música amalgamante de su desesperación y dolor humano, mi gran amigo Gregorio Hernández nos regalo una bella expresión de amor y de queja ante lo ineludible. “Que difícil olvidarte, si te llevo en el alma metida, que difícil olvidarte, si eres tú la razón de mi vida”.
Reconociendo póstumamente la gran capacidad creativa de ese sinaloense de excepción, debo decir también que fue un activísimo presidente del gremio autoral en esta frontera y que en su periodo tuvimos especiales atenciones de los directivos de la SACM, en ese tiempo dirigidos por el Maestro Carlos Gómez Barrera. Su natural franqueza y chispeante humor lo hacían merecedor de la inmediata simpatía de quien lo trataba.
Él y yo nos llegamos a identificar tanto, que nos gastábamos bromas verbales verdaderamente “gruesas”, pero como se dice que “el que se lleva se aguanta”, teníamos que aguantar, sin llegar nunca a la ofensa ni a la disolución de nuestra firme amistad.
Gregorio dejo un cúmulo de amistades que añoramos su compañerismo y su inacabable talento musical y, mi opinión amistosa y prudente, es que fue un muy destacado constructor del lenguaje musical popular de esta patria nuestra y en particular de su natal estado de SINALOA.
*Compositor e itérprete
Gregorio Hernández fue mi padre biológico. Lo conocí un par de veces cuando visitaba a mi abuela materna en la Colonia Alemán, durante mi infancia; hace 30 años. Sé qué tengo medios hermanos que nunca llegué a conocer. Me encantaría tener la oportunidad de conocerles. Saludos desde San Diego, Calif., EE.UU.