Por Adrián García Cortés*
Desde la perspectiva de los académicos de la Lengua Española –escritores, críticos, lingüistas, historiadores y filósofos del mundo hispánico–, nuestro idioma materno requiere de una revisión cabal confrontado no sólo con las innovaciones tecnológicas, sino con el habla que cada día se generaliza entre los jóvenes imbuidos en el mundo de la informática. No es sólo el hecho de que los modos y géneros de vida impongan nuevos usos de la comunicación humana porque ésta se ha tecnologizado, sino porque la universalidad de las nuevas técnicas que nos han llegado a los hogares, a las escuelas, al trabajo, a la vida comunitaria en suma, se nos impone una necesidad de hablar en corto, es decir, con el menor número de palabras, casi en términos telegráficos o en clave.
Vamos que vuela a nuevo idioma: el “espanglés”
El problema con el español hablado en México, tan extendida la influencia del vecino país, es que nos estamos compenetrando tanto en el aprendizaje del inglés, que hasta el sistema escolarizado oficial le ha dado más importancia a la enseñanza de este idioma extranjero, que a veces hasta se enseña mal el idioma propio, con lo que, acá entre los jóvenes, estamos ya emulando a la población de la Alta California, donde, lo que se habla, no es inglés, ni español, sino un nuevo dialecto llamado “espanglés”. Y por ahí vamos, porque en Sinaloa ya los jóvenes, además de haber perdido el hábito de la lectura, sobre todo de los clásicos, prefieren el lenguaje del internet o las novelas, de gran éxito por cierto, de una literatura de los bajos mundos.
Han surgido inquietudes en cuanto al uso de los signos ortográficos, que de no emplearse bien, producen confusión, como es el caso de buque-buqué, presidio-presidió, ingles-inglés; o bien en terminaciones (largo-largueza-larguedad), de distinción de género (miembro-miembra, diputado-diputada) o de sinónimos (tomo del verbo tomar, y tomo de ordenación bibliográfica).
Desde 1974 ha circulado una edición (Espasa-Calpe, Madrid) con un Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española donde se abordan aspectos de Fonología, Morfología y Sintaxis (no se toca la Semántica que trata del significado, los signos y el origen de las palabras), y allí se anticiparon normas sobre el uso de signos repetidos, sentidos confusos y formas de integrar las oraciones).
Siete años después la UNAM publicó una Gramática Estructural de la Lengua Española, orientada a la enseñanza. Allí su autora, Helena Beristáin nos reproduce una frase de un lingüista, Francisco Rodríguez Adrados, quien dice: “Una lengua sin gramática sería un vasto almacén de signos incoherentes, imposibles de memorizar y de organizar en categorías generales…”.
Un mensaje: otra vez la gramática para el cambio
Ahora, por Internet nos llega una nueva inquietud –remitida por el arquitecto Javier Zazueta Russel–, más alarmante aún sobre ortografía, aparentemente originada en la Academia de la Lengua Española y transmitida por la Biblioteca Miguel de Cervantes, donde nos ubica ya en la pérdida de universalidad del español, para sustituirlo, como se dijo antes, en un nuevo dialecto al estilo “espanglés”.
Gracias a las aportaciones de los jóvenes, la RALE dará a conocer un reforma ortográfica que tiene como objetivos “unificar el español como lengua universal de los hispanohablantes”. Del sólo enunciado de este objetivo se desprende que con los cambios propuesto, el español, como tal, perderá universalidad. Desaparecerá, como despareció el latín del habla común, como se transformó el castellano para devenir en español, y se hará añicos uno de los valores que sustentan la nacionalidad mexicana y de su propia identidad.
Será una enmienda paulatina que entrará en vigor poco a poco dizque para evitar confusiones y, según el decir del mensaje, hará más simple el castellano (que ya no existe) y pondrá fin a los problemas de otros países y hará que nos entendamos de manera universal quienes hablamos esta noble lengua.
Vayan algunos ejemplos de cómo hablar mañana
–Supresión de las diferencias entre c, q y k. Todo sonido parecido al de la k será asumido por esta letra: en adelante se escribirá: kasa, keso, Kijote.
–Se simplificará el sonido de la c y la z para igualarlos; kon lo kual sobrarán la c y la z. “El sapato de Sesilia es asul”.
–Desaparecerá la doble c y será reemplasada por la x. “Tuve un axidente en la Avenida Oxidental”.
–Se fusiona la b con la v; ya ke no existe gran diferencia entre el sonido de la b y la v. Y veremos kómo bastará la b para ke bibamos felises y kontentos.
–Pasa lo mismo kon elle-y. Todo se eskribirá kon y: “Yébeme de paseo a Sebiya, señor Biyar”
–La hache, kuya presensi a es fantasma, kedará suprimida por kompleto. Así ablaremos de abas o alkool. No tendremos que pensar kómo se eskribe sanaoria y se akabarán esas komplicadas y umiyantes distinciones entre echo y hecho.
–Todo sonido de erre se eskribirá kon doble rr: “Roberto me rregaló un rradio”.
–Serán proibidas siertas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano. Así, se dirá: ¿ke ora es en tu reló?; as un ueko en la paré; la mitá de los aorros son de agustí;
Se suprimirán también las eses de los plurales. De manera ke diremos: la mujere o lo ombre; y el kateyano kareserá de artículo. Eso sí: nunka asetaremo ke potencia etranjera alguna toke letra eñe.
¡¿Para qué aprender a escribir y a leer?!
“Imaginemos –dice finalmente el mensaje–, si esto realmente llegara a implantarse, no permitamos la degradación de nuestro idioma. Utilicemos los acentos; evitemos utilizar las letras k o z incorrectamente, usemos la letra h donde corresponda, apliquemos las reglas ortográficas”.
Pero esto, que pudiera ser una broma respecto a lo que sucede hoy días con los jóvenes, nos viene de actualidad porque en las escuelas ya no se enseña español, ni a leer y menos escribir. Pero eso sí, se refuerza el inglés para seguir “chateando” por internet. ¿Y de todos estos que dicen los políticos iletrados?
*Cronista de Culiacán