Estatal

La cara de Sinaloa

Por domingo 24 de octubre de 2010 Sin Comentarios

Por Nicolás Vidales Soto*

A mediados del siglo XX, la construcción de las grandes obras de riego atrajo, de muchos lugares del país, a familias y personas que, sin abandonar sus costumbres, se quedaron a vivir en Sinaloa, haciendo de esta tierra su nueva patria chica. Ejemplo digno de ello son las comunidades agrícolas del valle de Angostura, emporios agrícolas y modelo en el sostenimiento del servicio educativo.

Los inmigrantes griegos, emprendedores sembradores de tomate, aprovecharon el agua de las presas e iniciaron la transformación de los valles agrícolas sinaloenses. Hoy, el trabajo del campo, como poderoso imán, sigue atrayendo comunidades enteras del suroeste mexicano, así como de los altos de nuestra entidad.

La influencia norteamericana, transferida en una novedosa tecnología, se incrementó en el segundo tercio del siglo pasado, impactando cada vez más en las nuevas generaciones sinaloenses.

¿Cuál es la conducta del sinaloense?

¿Dónde quedó la autenticidad cultural de los sinaloenses?

Como crisol cultural, los sinaloenses hemos y seguimos estando influidos por las tradiciones y sentimientos de quienes se han avecindado entre nosotros, repercutiéndonos con sus conductas.

De ese carácter bronco, franco, sincero y amable; del hablar fuerte y golpeado, del carácter alegre, musiquero y dicharachero, hemos pasado a una imagen distorsionada, imagen que como fantasma se magnifica por la fuerza de los medios de comunicación masiva, más es una falsa imagen, porque la verdadera cara del sinaloense, de ayer y ahora, se encuentra en la pasión por el trabajo.

En los últimos cincuenta años hemos construido doce grandes presas, obras hidráulicas de gran magnitud, y abierto un millón doscientas mil de hectáreas al cultivo, convirtiéndonos en el granero de la nación, cultivando una carta básica de cuarenta productos del campo, ofreciendo hortalizas, granos y frutas, sobre todo mango y exquisitas variedades tropicales que se exportan a Europa y Japón; pescamos en 656 kilómetros de litoral y construimos granjas acuícolas para cosechar camarón donde había terrenos ensalitrados, fortaleciendo esta actividad económica y la dieta alimenticia para los sinaloenses y los consumidores internacionales.

La minería que dio vida a los pueblos coloniales, con resultados mas que sorprendentes, hoy se apresta para retomar nuevos bríos, y la industria, sobre todo la agropecuaria y pesquera, da muestras de naciente vigor. El comercio y el transporte han llegado a todos los pueblos sinaloenses

En materia educativa contamos con recursos suficientes para atender la demanda de la niñez y la juventud en los niveles básico y medio superior, y ofrecemos más de cien carreras universitarias y tecnológicas para cimentar la grandeza de nuestra sociedad. En materia deportiva, cada día vamos ganando mejores posiciones, y en la investigación científica, somos pioneros en el desarrollo de nuevas variedades agrícolas y en el combate a los agentes dañinos de la producción.

La cara de Sinaloa es la cara de las generaciones que ayer, hoy y siempre, están dedicadas al trabajo fecundo y creador de riqueza, sustentado en los principios de la ciencia y el respeto a la naturaleza. Esta es la cara auténtica de los sinaloenses, la cara que presentamos al mundo frente al tercer milenio.

Es la cara del trabajo.

*Editor, economista e historiador.

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