Después de las conmemoraciones de la Independencia Nacional llevadas a cabo con bombo y platillo en la ciudad de México, los días 15 y 16 de septiembre, el tema más importante en la agenda cultural del país, fue el coloquio sobre el mestizaje cultural que se acaba de celebrar y del cual la prensa local apenas nos informó, aparte, ningún columnista local ha incidido en el tema.
La argumentación expuesta por el premio nobel en literatura Jean Marie Gustave Le Clesio incidió en lo que importa, es el mestizaje cultural. Lo enmarcó en la globalización y lo desnuda en su versión de trasmisión cultural en un solo sentido, esto en función de los todo lo tienen, ya sean recursos para educación, investigación científica, salud, recursos vitales como el agua, energéticos, alimentos, disponibilidad de créditos, etc. Estas fronteras de filtros comerciales, nos muestra, dice Le Clesio, que todo se exporta, menos la humanidad.
El hombre que de niño vivió el terrorismo de la Gestapo, deriva que las redes comerciales globales no exportan valores humanos, es decir cultura, para reafirmar que el único ideal es el ídeal intercultural, por ello, tiene el proyecto de hacer ensayos sobre Juan Rulfo, Sor Juana Inés de la Cruz y del historiador Luis González, para destacar sus valores universales.
Los esfuerzos por incursionar en esta línea de trabajo en Sinaloa desde la historia, la antropolgía y la etnología son todavía escasos y la historia de la vida colonial es un hueco, espacio vacío donde hasta hoy solo vemos, batallas de invasión y conquista, crueles represiones, acaparamiento de grandes extensiones de tierras, explotaciones mineras, reformas borbónicas, delimitaciones territoriales y administraciones provinciales.
Poco sabemos sobre la lengua nativa y su significación cultural; cual fue la cosmogonía indígena del noroeste mexicano, como se fusionaron las culturas española e indígena para formar la mestiza, que pervive de todo aquello, porque el ulama persistió hasta lograr en la actualidad ser declarado patrimonio cultural de los sinaloenses; cual es el significado humano de las misiones jesuitas y porque estas triunfaron sobre los presidios militares de la corona española. En que se fincaron y se fincan los amores mestizos, cual es esa atracción que va más allá de lo físico para transformarse en actitudes culturales inquietantes en el las fiestas de la pitaya que hoy puede ser rescatada.
Algún día sabremos si se fraguó un pensamiento criollo y mestizo en Sinaloa y Sonora, a partir de los miles de folios de escritura jesuitica; no en vano en 1810, son sacerdotes pobres, los más significativos simpatizantes de los ideales de Hidalgo, en la región.
Le Clesio, busca en Sor Juana a la más valiente de las mexicanas y en Sinaloa, tenemos que revindicar a Luisa de Ocoroni, Nacabeba, Gonzalo de Tapia, Martín Pérez, Hernando de Santaren, y muchos más. Los jesuitas desde sus parroquias de lodo cocido y la argamasa adherida a la piedra, levantaron un cuestionado y polémico monumento a lo humano, al reconocer, con el pretexto del evangelio a sus hermanos, los naturales; mayos, yaquis, mocoritos, xiximes, acaxes, bacorehuis, tehuecos, opatas, guasaves, achires y muchos más que fueron soberanos en su mundo, en su cultura.
La agenda de las conmemoraciones ya advierte su final en este 2010, pero queda pendiente en nuestra realidad cultural, el rescate de la cultura profunda, esa que le da sustento a nuestra mismidad, esa que nos permite ser uno con el hombre universal, y tener armas para combatir el infierno del miedo y la criminalidad que nos laceran.
*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.