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Las calles antiguas de Mazatlán. Sixto Osuna

Por jueves 7 de octubre de 2010 Sin Comentarios

Por Joaquín López*

La calle Sixto Osuna se ubica en el corazón del antiguo Mazatlán, esta se inicia en la esquina con Carnaval, muy cerca del Teatro Ángela Peralta y forma parte de la algarabía de la placita Machado para seguir su curso hasta terminar en Olas Altas. Esta calle, aunque corta en su trayecto, es evocativa en la memoria de todo mazatleco, ya que por más de un siglo, ha sido paso obligado rumbo al carnaval. Su trazo toca además la entrada de lo que fue el Patio Andaluz del hotel Belmar y el Club Deportivo Muralla, centros tradicionales de reunión en las fiestas locales, además de una larga lista de sucesos, como la fuga del gitano y sus secuaces luego de haber dado muerte al gobernador Rodolfo T. Loaiza y otros que tuvieron la mala fortuna de interponerse en el camino.

Según Oses Cole esta calle tuvo varios nombres en distintas secciones, como Farmacia y Morelos, finalmente por razones desconocidas se llamó Oro, mas no necesariamente porque por ahí haya pasado mucho oro, ya que la producción minera regional era principalmente plata e iba a parar a las bóvedas de la Casa Melchers que luego exportaba a Europa.

El “Patriarca de las letras sinaloenses”, era un reconocido poeta en todo el país pues sabemos que vivió en Mocorito, Culiacán, Guadalajara, Ciudad de México y Chihuahua. Su obra anda todavía por ahí dispersa, y no existe todavía una biografía completa, pero sabemos que fue un poeta de calidad suprema. En sus propias palabras, pero refiriéndose a la obra de otro poeta contemporáneo suyo, podemos decir que la clase de ingenio que le perteneció estaba:

“…al alcance solamente de la “élite” intelectual. El artista moderno no puede aspirar a la popularidad que hoy por hoy, se confunde con la vulgaridad. Federico Nietzche decía que se contentaba con dos lectores que tuviera en gran estima. Es demasiado orgullo quizás; pero con todo, esto da la medida del público a que debe aspirar un verdadero artista”.

Uno de los rasgos de Don Sixto era su modestia radical, ya que prefería vivir con la soledad de su espíritu acompañado de sus libros en su querido Villa Unión; en su poema “El provinciano”, abre una ventana que nos permite asomarnos a su espíritu y a su preferencia por la naturaleza y las cosas sencillas.

En Mocorito, la “Atenas de Sinaloa” don Sixto se desempeñó como secretario del prefecto Dr. Enrique González Martínez, alguna vez subsecretario de Educación Pública en México. Así quedó asentado en el diario Voz del Norte donde expresa que Sixto Osuna: arribó a esa villa procedente de Chihuahua, un 11 de abril de 1907 “… viene a colaborar al lado del actual prefecto del distrito de quien es viejo amigo, El señor Osuna es originario de Villa Unión y es una persona de capacidad reconocida y hombre de pluma prestigiada”.

“Hemos tenido el gusto de saludar al Sr. Sixto Osuna, que ayer llegó de Mocorito, con el principal objeto de pasar una corta temporada con su apreciable familia que vive en Villa Unión”. Y agrega: “El señor Osuna es una pluma muy vigorosa, tal cual serán indispensables en nuestro país muy pronto, cuando la verdad tenga algún valer, cuando el pueblo exija luz, cuando sea oportuno mostrarles nuevos derroteros políticos y morales; entonces habrá llegado la hora de los pensadores púgiles, como González Martínez, Osuna, Rentería y otros escritores, que realmente merecen tal nombre en el país”.

A los pocos meses de la llegada de don Sixto a Mocorito ocurrió una tragedia que involucró a dos familias muy estimadas en nuestro puerto y en el estado. Eran las dos de la mañana del día primero de enero de 1908 cuando don Sixto tuvo que trasladarse junto con el prefecto, el juez de distrito y el jefe de policía al lugar de los hechos. Se trataba de la muerte del ingeniero Carlos Escovar a manos de Juan B. Castro vecino del Palmar, esto se supo durante la velada de año nuevo pero no se divulgó de momento a fin de no interrumpir la fiesta ya iniciada. El muerto era hijo del empresario mazatleco Jesús Escovar, dueño con su hermano Joaquín de la empresa de alumbrado de gas y electricidad de la línea urbana de tranvías de Maza-tlán, misma que recorría toda la calle Oro entre otras. También habían fundado la compañía que dio alumbrado eléctrico a Culiacán el 15 de Mayo de 1885, así como una fábrica de Hielo. Don Jesús era también diputado por obra y gracia del gobernador del Estado, Cañedo. El Ing. Escovar se había graduado en la academia de Minas e Ingeniería de Berlín, y complementó su preparación en algunos distritos mineros de algunas zonas de Europa y Estados Unidos. A la quiebra de sus empresas en 1902, cedieron sus acciones a don Arthur De Cima, cónsul norteamericano en Mazatlán. Por razones de amistad el Gral. Cañedo procedió a nombrar al ingeniero Escovar colector de rentas de la directoria de Capirato, y fue ahí donde tuvo desavenencias con Castro, que no era otro que el vecino más pudiente del Palmar, éste había sido celador y estaba enemistado con muchos vecinos del lugar, porque era en extremo enérgico y gozaba de fama de valiente y capaz de todo. El enfrentamiento se suscitó por un reclamo de Castro a Escovar acerca de un avalúo, haciéndose de palabras, posiblemente Escovar hizo fuego primero y la mula que montaba se encabritó y lo echó al suelo, haciendo un segundo disparo, ya caído Escovar lo atacó Castro machete en mano, causándole diversas heridas y posteriormente la muerte.

En Mazatlán don Sixto fue director del periódico El Correo de la Tarde, decano de la prensa nacional, colaboró en el vocero literario “Bohemia Sinaloense” de Culiacán y en la revista Mosaico, de este puerto, esta última de elegante presentación y excelente contenido literario, tenía amplia circulación en el noroeste del país y utilizaba como atractivo en su portada retratos de las mazatlecas más bellas de la época.

Fue en 1920 y a través de esta revista don Sixto convocó, a petición de la Cervecería del Pacífico, a un concurso estilo encuesta para la creación del eslogan que dicha empresa requería para contrarrestar la competencia de otras marcas de cerveza regiomontana de Toluca y Chihuahua que ya incursionaban en el estado, haciendo resentir sus ventas. El ganador del concurso fue un señor de Culiacán, quien seguramente en un viaje imaginario, dijo que en una entrevista que el Papa le había concedido en Roma, éste le dijo a manera de consejo: “hijo mío, no pruebes otra cerveza que no sea Pacífico y nada más” y desde entonces por alrededor de 80 años el lema de la cerveza local fue precisamente “Tome Cerveza Pacífico…Nada más”. El ganador obtuvo como premio a su imaginación una visita con gastos pagados a Mazatlán, donde celebró con los patrocinadores cerveceros y don Sixto su magnifica ocurrencia.

Don Sixto Osuna, cerró los ojos al mundo el 29 de abril de 1929, sus restos descansan en una modesta tumba en su natal Villa Unión, la cual porta una placa conmemorativa de “sus amigos periodistas”. A los pocos años de su muerte habría de imponérsele el nombre a la calle que anteriormente se llamó Oro. La carta de puño y letra de don Sixto que hoy se hace pública por primera vez es cortesía de la señora Rosario Jaime, residente de Villa de Unión.

Agradecemos a Rosario Jaime, de Villa de Unión y al Padre Victor Meneguzzo Peruzzo, el haber compartido charla, textos, gráficas y correspondencia particular de don Sixto Osuna.

Avilés Ochoa Juan Salvador, La Voz del Norte, Espejo del Mocorito Porfirista, COBAES, Culiacán, 2000.

Herrera y Cairo Sergio, La Reina del Pacífico, Historia de la Cervecería del Pacífico, S. A., editorial Mar de Cortés, México, 2000.

Hernández Tyler Alejandro, Sixto Osuna, Revista Presagio, Culiacán, 1989.

Cole Insuza Oses, La Viejas Calles de Mazatlán. Edición Privada a beneficio de la Cruz Roja Mexicana, 2004.

*Cronista de Teacapán.

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