Por Mario Arturo Ramos*
Septiembre es el mes de las festividades patrias, El día 13 recordamos la lucha heróica contra el imperialismo yanqui -celebrando a los Niños Héroes-, el 14 es la fiesta de la Corregidora de Querétaro, el 15 –por voluntad de Porfirio Díaz– el grito de Dolores inicio de la gesta independentista y el 21, la consumación de la Independencia, por estos motivos es el mes de México. La tarde-noche del 13 de septiembre de 1810, la decisión de una mujer dió inicio a la lucha que 11 años después logró su cometido. Aquel día comenzó con los signos de la represión por las autoridades coloniales a los integrantes del grupo que se conoce como la Conspiración de Querétaro, la cual reunía a patriotas criollos que buscaban un camino diferente a la dominación española. Este período histórico arrancó con la delación de los insurgentes, ante el infame aviso a las autoridades virreinales, los represores ejercieron medidas contra los principales integrantes de la conjura que se agrupaban bajo la fachada de un círculo literario; centro de estudio que permitía a los conjurados estar en contacto con ideas liberales y conservadoras. Una de las primeras acciones que tomaron los coloniales fue encerrar en una de las habitaciones de la casa del corregidor (hoy Palacio de Gobierno del Estado de Querétaro) a Josefa Ortiz de Domínguez siendo este acto la gota que derramó el vaso de la rebelión, por ser el momento decisivo protagonizado por la michoacana al ingeniársela para llamar la atención del patriota Ignacio Pérez quien cumplía la función de sotalcalde de la cárcel queretana; la versión dominante cuenta que a golpes de tacón y por la cerradura de la domiciliaria prisión entabló el siguiente diálogo: ¿Señora -dijo el mensajero de la patria- que os pasa?, Pérez (contestó la heroína) ha sido descubierta la conspiración. Vaya inmediatamente a San Miguel el Grande (hoy, de Allende) y dígale al capitán Allende lo que ha ocurrido en Querétaro, ¡Que es urgente actuar! El importante aviso permitió que los acontecimientos se aceleraran y que la madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura Hidalgo diera el grito de Dolores.
Su origen:
El ocho de septiembre de 1768, en Valladolid (hoy Morelia) en el hogar formado por Juan José Ortiz y María Manuela Ordoñez, nació la que dos días después fuera bautizada como: María de Natividad Josefa Ortiz Ordoñez; al poco tiempo su progenitores en busca de mejores oportunidades se trasladaron a la ciudad de México, donde Josefa ingresó al Colegio de la Paz -hoy de Vizcaínas- situado en el centro del viejo Valle del Anáhuac. En la institución educativa pasó gran parte de su niñez y de su juventud, temporada que terminó con su boda con el Corregidor Miguel Domínguez –esta larga estancia permite que algunos historiadores ubiquen este sitio como su origen– cuando por la encomienda del marido, residió en la ciudad de Querétaro (hoy, Santiago). El historiador Luis Villoro escribe en su trabajo “La revolución de la Independencia”: “Si los criollos quieren triunfar, nos les bastará su fuerza propia. Se verán obligados a despertar otras clases sociales hasta entonces al margen. Este proceso aparece en la Conspiración de Querétaro”.1
Doña Josefa es de manera indudable uno de los motores de la conspiración que es punto de partida de la Independencia.
Su largo camino hasta el final
El convento de Santa Teresa la Antigua y el de Santa Catalina de Sena, fueron las cárceles capitalinas escogidas por el gobierno espurio para callar la voz de una mujer insurgente que dejó su huella en la historia; la caída del virreinato permitió que las rejas se abrieran para regresarle la libertad a la corregidora en el efímero imperio de Agustín de Iturbide, en reconocimiento a sus méritos el emperador la nombró dama de honor de la emperatriz, siendo rechazado el cargo por su compromiso con los ideales libertarios; también renunció a las recompensas monetarias que le ofrecieron por las mismas razones. Su final sucedió en 1829, dejando como legado sus sueños libertarios que creían en un México justo, libre y soberano, para todos los mexicanos, los mismos que la llevaron a decir en aquella circunstancia memorable: ¡Que es urgente actuar! La inhumación de sus restos fue en el panteón del Convento de Santa Catalina en la mitológica Tenochtitlán. En las fiestas del Centenario -1910- organizadas por el porfirismo fue exhumada y junto con su esposo trasladada a Querétaro, donde reposa en el Panteón de la Cruz –hoy, Panteón de los Queretanos Ilustres–. En el centro histórico de la capital del estado de Querétaro de Arteaga, el 13 de noviembre de 1910 como parte de los festejos se erigió un monumento en su honor. En el tiempo siguen pendientes los ideales de Josefa Ortiz de Domínguez, la corregidora de Querétaro, más fuertes que el olvido, más duraderas que las esculturas y bustos de bronce.
1.- Historia general de México. El Colegio de México. 1976.
*Autor e investigador.