Por Maximiliano Castro Trejo*
Reina de las lámparas
el mar de seda duerme bajo la luna
el primer deseo es la virgen yacente
detrás de la túnica rasgada
porque el hijo del cielo
ha dejado en tu cuerpo la huella de sangre
hay algo en ti más misterioso que la belleza
el amor es sólo un gran paso
para desaparecer en las profundidades de tu alcoba
tu cuerpo es blanco como la leche
porque en el aflora el marfil de la esfinge
me pierdo en la infinidad de la memoria
donde hábito en la orilla de los sueños
observo cada sol de tu pecho iluminado
y siento arder la claridad del desvelo
urgente es la medida del fuego
que nace en el reclamo furtivo de la especie
oh! Desirée libélula suspendida
el silencio embota la raíz de la piel
que busca la otra identidad del agua
convertida en mujer
el alma inquieta irrumpe en los nombres
el árbol lanza sus hojas
y el viento arrastra la sinuisidad de sus líneas
mientras espero el mensaje
de la flor al abrir sus labios
nuevamente el mar aparece, entre frágiles vaivenes
y ya no hay nada que evite el furor de los navíos
abren la sal para encontrarse miel
el susurro esparce la voz del espasmo
Desirée
en la oscuridad contempló tu rostro
me horroriza el pensarlo
he roto el hechizo
y culpable me siento al extender mis brazos
ya es otra la duración del péndulo
ausente queda en otro espacio
los recuerdos son estaciones
que la memoria atrae para recoger sus fragmentos
he decidido habitar el templo de tu cuerpo
ese húmedo hemisferio de Leda
abrebar entre sus perlas
en la eterna tempestad de los naufragios.
* Poeta laureado en el Carnaval de Angostura 2010