Por Joaquín López*
La presencia en Punta Panochas, de lo que hoy es un turista propiamente dicho, fue gracias a la construcción de la carretera construida por un gobernador cuyo nombre hoy ostenta su calle principal, se mantuvieron ambos sin ningún cambio por décadas. Anteriormente, los pobladores de La Hacienda de la Palma, la colonia del Cubilete y Punta Panochas estuvieron anteriormente comunicados por una simple brecha que durante la época de lluvias era intransitable. Un viaje por aquellos rumbos podía durar dos días desde Matanchén a Punta Panochas. Según me contó mi madre, había ocasiones en que la noche los sorprendía en La Hacienda y tenán que quedarse a pasar la noche en el viejo casco de la hacienda de los Quimichis, “por las noches veíamos con horror que enormes alimacoas cruzaban por el suelo de un lado a otro de la habitación”. Lo denso de la selva tropical hacía indispensable el uso del hacha y machete para cortar arbustos por todo el camino y el pasajero tenía que ir atento a no ser azotado por los breñales al paso del camión.
Los primeros “turistas” internacionales que se atrevieron a penetrar este denso bosque tropical lo hicieron en los años 20’s, arribando a Punta Panochas armados con rifles de alto poder, era un grupo de aproximadamente 15 hombres que formaron una expedición en busca de un tesoro depositado por piratas en las inmediaciones del estero conocido como “La vuelta del Culo”. La historia del incidente fue difundida por periódicos como El Alta California y el New York Times. Ahí se difundió la noticia de que el ex gobernador Plácido Vega andaba alzado contra el gobierno de Juárez en 1870. Protegido por la gente de Lozada, “El Tigre de Álica” estos tenían control de toda la zona desde Mazatlán hasta San Blas. Vega tenía cuentas pendientes con el gabinete de Juárez por agravios recibidos por parte de ellos, así que un día decidió enviar un grupo de marineros a bordo de un vapor fletado y armado en San Francisco para tal propósito, así que dio instrucciones para que por la fuerza tomaran el puerto de Guaymas, sustrajeron 5 mil rifles que le habían confiscado en aquella aduana y de paso solicitaran “préstamos” a los comerciantes extranjeros, que eran los mismos que tenían acaparado el comercio en todo el noroeste mexicano, es decir los Melchers, Wholer Barting, Claussen, Coppel y mucho otros.
El saqueo se dio tal cual fue planeado pues Vega contaba con los servicios del coronel Vizcaíno, un navegante nacido en Guaymas al frente de la expedición. Sin incidente y cargados de mercancías, oro, plata y hasta barcos, regresaron a Teacapán, se repartieron el botín, entregando a Lozada lo que le pertenecía y siguieron en el negocio de capturar cuanto barco se acercase a los alrededores de Punta Panochas.
Los comerciantes extranjeros asentados en Mazatlán, se cansaron de esperar la acción de la autoridad por lo que decidieron buscar la justicia en un barco que hacía patrullaje para proteger los intereses de los ciudadanos gringos. Siendo los Melchers los más afectados con la rapiña, abordaron al capitán del barco de guerra “Mohican”, perecieron varios “marines” gringos y algunos mexicanos, una invasión más por parte de las fuerzas navales de los Estados Unidos que no ha sido muy estudiada.
En tiempos más recientes fueron los residentes de Rosario, Escuinapa y ocasionalmente Mazatlán, mismos que organizaban lo que eran entonces conocidos como “paseos” para darse un festín con ostiones y pescado en el puerto. El viaje lo hacían en un camión que llamaban “tropical” se hacía hasta las márgenes del estero poco después de cruzar las vías del ferrocarril, Como no había puente, de ahí eran transportados en canoas por hombres que se dedicaban a dar el servicio de “taxi” fluvial, actividad popular en la región lagunar en las cercanías de los poblados como La Hacienda, Teacapán, Mexcaltitlán, etc.
Cuando se construyó la carretera, por allá en la década de los cincuentas, uno de los pioneros del turismo internacional en Teacapán fue Robert Stevens, mejor conocido en el puerto como “Mister Robert”.
Stevens fue representativo de la raza sajona, alto, güero, ojos de azul intenso que quizá cuando joven eran más grandes; éste llegó a Teacapán por aquellos años del 50 acompañado de su esposa Mae, ambos jubilados.
Bob Stevens, mi primer maestro de inglés, provenía de Oregon, pero sus orígenes eran sureños, según lo constaté luego que aprendí mejor el idioma; tenía un acento muy marcado, por lo que resulta difícil distinguir el peculiar “twang” de esa región del resto de los gringos.
Eran los tiempos en que los gringos visitaban el país en caravanas de trailers, así que Stevens instaló su “Oregon Trailer Park” en un amplio terreno de su propiedad que adquirió junto al mar. Uno de sus pasatiempos era alimentar las iguanas que por cientos bajaban de los árboles circunvecinos al medio día. También contaba con pilas donde conservaba caimanes que fue criando desde pequeños. El último de ellos, actual y enorme residente del Acuario Mazatlán.
Stevens puso a Teacapán en el mapa turístico cuando fue visitado por el equipo del National Geographic y estos hicieron referencia a su estilo de vida en el puerto en un artículo publicado en 1969… Anteriormente había dado alojamiento a todo el equipo de arqueología de la Universidad de Buffalo N. Y. quienes investigaron vestigios precolombinos por toda la región. Stevens era un consumado coleccionista de piezas precolombinas, mismas que fueron catalogadas en el trabajo del Dr. Stuart Scott.
Stevens contaba también con servicio de pesca deportiva menor, para ello contrataba los servicios de varios pescadores locales. Entre aquellos clientes figuraron famosos artistas de cine y otras personalidades.
Los orígenes sureños de Stevens le permitieron hacer amistad con Loretta Lynn, famosa cantante de música country de quien no sabemos cómo fue que llegó a Teacapán, excepto que le gustó tanto que se construyó una casa con todo y alberca junto a la de Stevens. Los méritos de Lynn fueron interpretado en la pantalla por Sissy Spaceck y Tommy Lee Jones en la famosa película “Coal Miner’s Daughter” pero hasta donde sabemos, su biografía no incluye su casa de Teacapán.