Por Francisco René Bojórquez Camacho*
En todos los idiomas del mundo, existen normas que expresan la forma correcta de escribir y pronunciar las palabras. Para preservar y regular sus usos, se han creado instituciones como las Academias de la Lengua que existen en cada país. Asimismo, se cuentan con centros de enseñanza que en sus programas de estudio, enfatizan cuáles son las voces correctas, así como las que están prohibidas pronunciarse. Sin embargo, un estudio detenido de las verbalizaciones que emiten los hablantes en su vida cotidiana, nos daremos cuenta que éstos no asumen con pasividad, las diferentes reglamentaciones para hacer una utilización adecuada del lenguaje; es decir, la pronunciación correcta, la “diccionarial”, la dejan de lado para darle rienda suelta a la invención o reinvención de vocablos. Veamos este ejemplo; no existe en el diccionario la palabra “bonitía”. Lo que sí podemos encontrar es bonito o bonita. Se observa pues, que los hablantes, le han dado un toque personal y ya ha entrado en el catálogo de los acuerdos de cierto sector de la sociedad.
Por eso escuchamos frases como, “una muchachita muy bonitía”. La palabra ha sido arreglada, estamos ante la presencia de una creación del usuario que se niega a aceptar los “moldes” lingüísticos que tratan de imponerle. Se aprecia un aporte que en muchos de los casos tiene la aprobación de núcleos grandes de la población. ¿Por qué no decir simplemente “bonita” en lugar de “bonitía”? Una primera explicación es que la nueva palabra sufre una metamorfosis, porque designa a la “cosa” o al fenómeno de manera más apropiada. Contextualmente el concepto “bonita” parece no referir a todas las características de lo que trata de enunciar y, en cambio, “bonitía” se erige como un vocablo con mayor nitidez de lo que se observa; “ella es bonitía”, quiere decir que estamos ante la presencia de una belleza fuera de lo común, que es un “poco más” que bonita.
Lo mismo sucede con la palabra “malancón”. Como se puede ver, se deriva de “malo”. Pero la palabra anterior parece resultar insuficiente y por ello se ha recurrido a reinventarla; “el cártamo de mi compadre no le va a rendir, lo veo muy “malancón”. También suele oírse “malotón” para la misma situación.
La siguiente relación de frases constituyen un interesante “filolonón” de donde pueden emerger estudios lingüísticos interesantes. La mayoría de estas voces se han escuchado en la región del Évora, que se ubica a cien kilómetros al norte de la ciudad de Culiacán. Es posible que más allá de estas travesías se escuche alguna de ellas, sin embargo, lo que pretendemos decir es que los usuarios de una lengua, no están conformes con lo que poseen y por esa razón plantean nuevas palabras o derivaciones de éstas, con lo cual se corrobora que el español está en una constante transformación.
Ansinonota (de ansina, algo muy grande)
“Ansinonota de grande”(levantando los brazos para hacer señal de enorme, escuchado en El Protomártir, Angostura)
Ansinonita (de ansina, algo pequeño)
“Era ansinonita” (juntando las manos en señal de pequeño, escuchado en El Protomártir, Angostura)
Tontolico (de tonto)
“Estás bien tontolico” (escuchado en Alhuey, Angostura)
Coloradosona o coloradosa (de colorado)
“Traía una camisa medio coloradosona” (escuchada en Guamúchil, Salvador Alvarado)
Amarillosona, amarillella (de amarillo)
“Amarillella el suelo de limones” (oída en La Reforma, Angostura)
Pelataje (viene de “pelado” pobre, muchos pobres)
“Todo el pelataje escuchaba a los candidatos” (sonorizada en La Reforma, Angostura)
Cienón o cienuco (billete de cien pesos)
“Le di un cienuco al tránsito” (oída en muchas partes de Sinaloa)
Hombrononón (hombre grande y fuerte)
“Era un hombrononón de este pelo” (en la Región del Évora)
Tiempal (hace mucho tiempo)
“Hace un tiempal que no lo veo” (en Mocorito)
Buenonota (dama con muchos atributos sexuales)
“La vecina está bien buenonota” (en toda la Región del Évora)
Pobretada (de pobre, refiere a muchos)
“La pobretada es la que sufre más” (Varias partes de Angostura, Sinaloa)
Viejononón o viejorrón (mujer dotada sexualmente, aunque también puede referirse a un varón adulto ya de edad avanzada)
“¡Es un viejononón!” o “¡Es un viejorrón!” (entre los universitarios del Évora)
Verderella (se dice del color verde)
“Verderella la parcela” (en la región del Évora)
Pendientones (deriva de “pendiente”)
“Estaremos muy pendientones” (en Angostura)
Salayetas (de sal, refiere a persona aburrida)
“¡Qué salayetas eres!” (en Guamúchil y Angostura)
Malandro (de malo, malandrín persona fuera de la ley)
“Lo detuvieron por malandro” (en todo Sinaloa)
Venduquero (vendedor de una carreta)
“Tengan esta feria, vayan a comprarle al venduquero” (escuchada a mi suegra Hermelinda Domínguez Gámez de la Reforma, Angostura)
Parientones (que tiene relación consangüínea)
“Somos medio parientones”
*Sociedad General de Escritores de la Región del Évora