La Sangre Sinaloense de Lucha Reyes

Por Mario Arturo Ramos*

Me llaman la Tequilera
como si fuera de pila…
“La tequilera” tema de Alfredo D´ Orsay. Comp. Pedro Galindo

El estilo “ranchero” en la canción popular mexicana, es un elemento notable en su identidad. Su camino es acompañado por guitarras, conjuntos de mariachis, ejecutantes de instrumentos electrónicos, e interpretado por cantoras(es) galanes(as), cancionistas campiranas(os), “charros”(as) por un ratito, voces famosas y anónimas idolatradas que marcaron con su presencia la masificación del canto. A la estirpe de Ídolos pertenece María de la Luz Flores Aceves: Lucha Reyes, cantante inmortal con sangre sinaloense en las venas. Su origen sucedió en Guadalajara Jal. El 25 de mayo 1906, producto del amor de Victoria Aceves y el general Ángel Flores, destacada figura revolucionaria sinaloense, que nació en el pueblo de San Pedro, municipio de Navolato (otros historiadores hablan de La Sauceda en el mismo municipio) el 2 de mayo de 1883, y que fue Gobernador de Sinaloa entre el 1º de mayo de 1916 y el 22 de octubre de ese año y entre 1920-1924. Los cronistas de la vida de Lucha señalan que la relación entre su madre y el militar fue producto de una pasión desbordante y que esta manera de amar influyó de manera predominante en su carácter.

Voy a rendir homenaje / a la canción más galana, / la canción más primorosa / que es la canción mexicana.
“Canción Mexicana” Comp. Lalo Guerrero

SUS PRIMEROS AÑOS
Las aptitudes musicales de su madre, doña Victoria quien era dueña de una excepcional habilidad para cantar y memorizar las canciones campiranas que se encontraban en boga en los primeros años del siglo XX, marcaron a la futuro ídolo, quien desde sus andanzas infantiles dio muestras de su desbordado talento, el cual permitió a vecinos y familiares caer rendidos ante sus cualidades vocales e interpretativas en las reuniones familiares y parroquiales donde la solicitaban constantemente. Al cumplir 12 mayos fue escuchada por la cantora Nancy Torres, “La potranca”, quien actuaba con buena aceptación para el público de las carpas instaladas en la ciudad de México que presentaban tandas y teatro (del llamado género chico) musical. La niña con excelente timbre de voz y peculiar forma de cantar embrujó a la que sería su madrina y protectora en el ambiente artístico, quien luego luego se la llevó a la otrora “Ciudad de los palacios”. Al llegar Lucha a su nuevo domicilio, la Torres puso manos a la obra consiguiéndole una audición en el centro de espectáculos de la Plazoleta de San Sebastián- ubicado en el Centro Histórico-, los empresarios impresionados por sus facultades de inmediato la contrataron como parte de su elenco. Su debut profesional ocurrió en 1918, al suplir a una de las intérpretes titulares que había caído victima de la Influenza Española, a partir de esa noche conquistó al público que la convirtió en una de sus preferidas.

¡Ay que lindas! / ¡Que rechulas las fiestas de mi rancho! … /
“El herradero” Éxito de Lucha Reyes. Compositor Pedro Galindo

LA CARRERA MUSICAL
La biografía de la “Reina de la noche”, nombrada así por Arturo Ripstein, es una historia intensa que dejó huella imborrable en “La música nuestra”; en los veintes del siglo pasado cambió de aires al recibir un contrato para trabajar en Los Ángeles California, donde fue anunciada como “La cantante más pequeña del mundo”. La temporada en la urbe angelina contó con bastante afluencia de melómanos, entre ellos asistió el tenor José Mojica, quien pronto se convirtió en uno de sus fieles seguidores. La Reyes regresó a la patria en 1926, integrándose durante un año aproximadamente al inolvidable Trío Reyes; al término de la agrupación, Lucha emprendió un recorrido por Alemania con la orquesta de Juan N. Torreblanca. Las vicisitudes de la gira la obligaron a emprender el regreso al país en las bodegas húmedas de un barco mercante, en una travesía que duro un mes. El inhóspito viaje la enfermó de afonía, mal que se considera el inicio de sus tonos vocales graves. Su cambio del romanticismo y la zarzuela al estilo ranchero lo abordó en unión del guitarrista José Gutiérrez. Los “hits” llegaron rápido: “Ay Jalisco no te Rajes”, “El herradero”, “La tequilera”, “La Adelita”, “Mujer ladina”, “La panchita”, “Los dorados de Villa”, “La Feria de las flores”, “La tierra del Mariachi”, “ La canción mexicana”, tal y tal. Vicente T. Mendoza describe a la diva: “Lucha desarrolló una técnica basada en el espacio melódico que dio a sus interpretaciones un sello personalísimo”.

Aquella que va río abajo / se llama Panchita / y tiene los ojos grandes, / la boca chiquita…
“La panchita” Joaquín Pardavé

SU EPÍLOGO
El final de la inigualable cantante, sucedió como todos los actos de su historia de forma imprevista; mi amigo el musicólogo y compositor Juan S. Garrido –QEPD– (canciones: Pelea de Gallos, Noche de luna en Jalapa, etc. etc.) relata su epílogo:” El 27 de junio de 1944 se supo que Lucha Reyes había muerto envenenada. Trágico fin de una artista que puso su voz y su alma al servicio de la canción popular mexicana”. Las versiones sobre la causa de su deceso fueron variadas, la que se aceptó como explicación fue la que contó que se debido a sus desamores con el empresario Félix Cervantes, con quien estuvo unida en matrimonio de 1934 a 1941, a quien nunca pudo sacar amor por el que decidió terminar con su existencia. Sus honras fúnebres estuvieron muy concurridas por el pueblo que acudió en masa a despedirla a su última morada en el Panteón de Dolores, de la capital de la República. Mientras caían las paladas de tierra sobre su féretro un coro multitudinario canto para despedir a lucha Reyes, imborrable cantora con sangre sinaloense:

Me llaman la Tequilera / como si fuera de pila, / porque a mi me bautizaron / con un trago de tequila.