Aunque la rebelión indígena de 1740 tuvo epicentro en el río Yaqui, no debe extrañarnos que el movimiento indígena se haya extendido hasta las tierras del río Fuerte, ya que la parte comprendida entre este río y el Mayo fue el centro del territorio de los indios cahitas y durante la época colonial había intercomunicación entre los naturales de estos ríos respecto de la problemática que los afectaba.
Particularmente, el real de Sivirijoa, en la margen opuesta al pueblo del mismo nombre fue un punto de encuentro natural, pues allí trabajaba y convivía cotidianamente una diversidad de indios entre los que se encontraba un grupo del río Yaqui. Entre las causas de aquel estallido social se mencionan los temas del autogobierno indígena, la invasión de españoles y mestizos en sus pueblos, el despojo de tierras e incluso una inundación y la consiguiente destrucción de las cosechas al comenzar 1740.
Se rumoraba que los indios del río Fuerte en alianza con yaquis y mayos atacarían la villa de Montesclaros durante el día de San Juan. De hecho, el teniente de El Fuerte don Miguel de la Vega supo que en el puesto de Tesila, en las inmediaciones de Tehueco, había una gran cantidad de indios causando daños y tratando de atraerse a los nativos de este pueblo. En ese contexto mandó a su teniente “don Alejo” a recorrer dicha zona. Después de un encuentro desafortunado ante una gran cantidad de indios, salieron algunos de sus hombres heridos antes de su repliegue a El Fuerte.
Siguiendo a Luis Navarro, historiador que ha desarrollado esta materia, el asalto a El Fuerte se dio el 28 de junio de 1740 a las seis de la mañana, en donde los vecinos españoles realizaron una férrea defensa dirigida por don Miguel de la Vega. Entre los detalles de aquella batalla se consigna la muerte de 23 indios, habiendo quedado los vecinos defensores con nueve heridos, sin pólvora y con muy pocas armas útiles. Entre los muertos se encontraban tres de los cabecillas, uno de los cuales se representaba como sacerdote. El fallido asalto a El Fuerte tuvo un gran impacto ya que impidió su despoblamiento, tal como había ocurrido con la mayoría de los asentamientos del entorno de Álamos, asimismo limitó el área de la sublevación que no llegó a la capital de la gobernación, que por entonces era la villa de Sinaloa.
A fines de julio se esperaba en El Fuerte un segundo ataque de los indios, que se encontraban concentrados en cinco grupos en los puestos de Bacori y Tesila. Este ataque no ocurrió. No fue sino hasta el 9 de agosto que Nicolás Valdés, teniente de la compañía miliciana de El Fuerte marchó al Bacori con los refuerzos llegados de Álamos, Copala y El Rosario. Los resultados fueron alentadores para los españoles, marcándose el declive del movimiento insurreccional.
En el río Fuerte el foco de los sublevados se ubicó en el pueblo de Mochicahui, donde todavía a principios de septiembre se decía que había refuerzos del Mayo y del Yaqui, además de algunos naturales del río Sinaloa: níos, bamoas y ocoronis. En tanto, los naturales de Ahome y San Miguel habían permanecido fieles a la corona, pero muchos de ellos habían huido a las marismas cercanas ante la agitación reinante. El 19 de septiembre de 1740 en que la tropa de El Fuerte entró a Mochicahui se declaró todo el río pacificado. De hecho, para entonces yaquis y mayos habían acudido al real de Álamos solicitando el perdón.