Por Faustino López Osuna*
Alfonso Reyes escribió que sólo lo que desconocemos nos es ajeno. A modo de encuesta, si a todos los sinaloenses que encontramos les preguntáramos en qué año se constituyó Sinaloa como Estado libre y soberano, de seguro, pese a estar inscrito en su escudo oficial, muy pocos contestarían que fue en 1831. Lo que indicaría que la mayoría ignora que nuestra entidad apenas lleva cumplidos escasos 179 años. Y si se desconoce dicho lapso, obviamente se ignora todavía más de su pasado histórico.
Dejando aparte su origen geográfico, Sinaloa es más que su extensión territorial, sus once ríos y su ubicación en el Trópico de Cáncer. Es un extraordinario proyecto humano. En hechos de armas, tanto durante las intervenciones norteamericana y francesa, como en la Revolución, heredamos el heroísmo de Teófilo Noris, Antonio Rosales, Domingo Rubí, Ángel Flores, Rafael Buelna Tenorio, Juan de Dios Bátiz Paredes y Salvador Alvarado, entre otros. En historia, derecho, economía, poesía, literatura, pintura, teatro y danza, tenemos raíces profundas en la obra de Eustaquio Buelna, Pablo de Villavicencio, Genaro Estrada, Gilberto Owen, Raúl Cervantes Ahumada, José Limón, Inés Arredondo, Jaime Labastida, Élmer Mendoza, Dámaso Murúa, Antonio López Sáenz, Socorro Astol, Oscar Liera, Antonio Nakayama, Heberto Sinagawa Montoya y Sergio Ortega Noriega, por mencionar algunos.
Además de los enormes compositores que desde estas tierras le dieron a México las más hermosas canciones, como Enrique Mora Alejandra, Alfredo Carrasco Adiós, Fructuoso Gándara Cuando dos almas, Fernando Valadés Asómate a mi alma, Enrique Sánchez Alonso Dios no lo quiera y José Ángel Espinoza Échame a mí la culpa, las musas Polimnia Canto y Euterpe Música nos concedieron las voces inmortales de Lucha Reyes (hija del general Ángel Flores), Lola Beltrán, Pedro Infante y Luis Pérez Meza, así como el talento luminoso en el arte del pentagrama, de Severiano Moreno, Loreto Sánchez, Pablo Beltrán Ruiz, Chilo Morán y Cruz Lizárraga, entre muchos otros. Cada uno es parte esencial de nuestra identidad sinaloense. Si no los conocemos, como advierte Reyes, nos resultan ajenos. No los identificamos con Sinaloa y no podemos amar a Sinaloa a través de ellos, del mismo modo que nadie puede amar lo que desconoce.
Considerando al último de los mencionados, Cruz Lizárraga, por ejemplo, la generación actual sabe que fue quien formó a la legendaria Banda El Recodo, pero desconoce que ello ocurrió hacia 1940, cuando Sinaloa tenía apenas 109 años de vida, hace escasas 7 décadas. De ahí que la tambora resulta indisoluble a la idiosincrasia del sinaloense, que es el temperamento propio por el cual se distingue uno de los demás. Este genio de nuestra música vernácula, Cruz Lizárraga, tuvo que aprender a ejecutar el clarinete de manera autodidacta, a escondidas de su padre, porque éste tenía en mal concepto a quienes se dedicaban a filarmónicos, siendo apoyado subrepticiamente por el Güero Cucho en sus balbuceos de músico juvenil. Antes de formar la Banda El Recodo, había creado la que se conoció, por su nombre de pila, como la Banda del Crucillo.
Como se sabe, Cruz Lizárraga Lizárraga, su nombre completo, nació el primero de julio de 1918 en El Recodo, sindicatura de Mazatlán. Sus padres fueron don Teófilo Lizárraga Garzón y doña Concepción Lizárraga Morán y tuvo únicamente una hermana: Victorina Lizárraga Lizárraga. Su primera esposa fue doña Cleofas Lizárraga Zatarain, de El Zacate, Mazatlán, con quien procreó 8 hijos: Germán, Jorge, Modesta, Abelardo, Concepción, Teófilo, José Ángel y Cruz, habiendo fallecido en un accidente Abelardo y Teófilo. Germán Lizárraga Lizárraga, el mayor, fundó y dirige actualmente la Banda Estrellas de Sinaloa y abrió en el puerto mazatleco la Escuela de la Tambora Sinaloense con su nombre propio.
Con su última esposa, doña María de Jesús Lizárraga Verlarde, don Cruz tuvo dos descendientes: Luis Alfonso y Joel David Lizárraga Lizárraga, director, el primero, de la famosa banda de su padre y, ambos, músicos de la misma.
Hace 20 años, al cumplir 50 la Banda El Recodo, don Cruz decidió dar por concluido el contrato de exclusividad que tuvo con la compañía RCA Víctor, con la que dejó grabadas, en magistrales ejecuciones instrumentales, 600 melodías del cancionero sinaloense y de México. Hasta el presente no se sabe de otra agrupación musical popular que haya logrado semejante hazaña. En el disco conmemorativo del medio siglo de existencia de su Banda El Recodo, tuve la fortuna de que don Cruz me distinguiera grabándome un corrido a la tambora, que él mismo me solicitó.
Don Cruz Lizárraga Lizárraga, gloria de la música sinaloense, falleció a los 77 años de edad, el 17 de junio de 1995. Yo le escribí una danza, que dice:
Ahora que no está, que ya se fue,recuerdo con nostalgia a un gran señor que tuvo por virtud hacer el bien con música, sublime inspiración. Qué lástima que mueran estos seres, humanos, enteros; sus obras nos elevan y engrandecen: que viva su ejemplo.
*Economista, compositor