CARLOS LAVÍN FIGUEROA
Lograda la Independencia hubo desorden y anarquía, de la consumación en 1821 al primer presidente de la Reforma Juan Álvarez en 1855, hubo 39 periodos presidenciales en sólo 34 años. A sólo 27 años de independencia se dio la invasión norteamericana, y en 1848 se perdió más de la mitad territorio mexicano que era casi tan grande como Europa Occidental, cediéndolo a los Estados Unidos.
Los surianos del Departamento de Guerrero encabezados por Juan Álvarez se inconformaron con Antonio López de Santa Anna, pero sobre todo por la venta y entrega de territorio mexicano.
El General Álvarez quien naciera en la hacienda familiar de la Providencia en 1790 (hoy “Atoyac de Álvarez”) fue General de División, fundador y primer Gobernador del Estado de Guerrero, y nombrado presidente de México durante su estadía en Cuernavaca. Participó en las cinco guerras del siglo XIX mexicano a lo largo de casi sesenta años.
Llegó a Cuernavaca el 1o de octubre de 1855 donde publicó su Manifiesto a la Nación que desconoció a Santa Ana, simbólicamente escogió esta ciudad por haberse publicado aquí el Plan de Cuernavaca que apoyaba al traidor. En ese mismo acto se nombró una Junta de Representantes que se instaló dónde estaba el Colegio Santa Inés en la hoy calle Ruiz de Alarcón, donde había una plaza de toros y palenque de gallos. En este mismo lugar el día 4 de octubre protestó como presidente de México y fue el primer presidente de la Reforma. Entre los días 7 y 12 recibió en Cuernavaca, que fue declarada capital de la Republica, al cuerpo diplomático acreditado en México quien lo reconoció como primer magistrado. Mantuvo la sede del poder ejecutivo en esta ciudad hasta el 28 de noviembre y fue quien convocó al Congreso Constituyente de 1856-57. Quedó consagrado como Benemérito de la Patria y su nombre se inscribió con letras de oro en el recinto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión a iniciativa de Ignacio Manuel Altamirano quien pronunció un elocuente discurso. Desde 1835 lanzó un manifiesto en el que exponía sus ideas. Escribió un libro sobre el tema y otro donde analiza la condición del peón en los estados de Morelos y Guerrero. Su gobierno fue corto y brillante, logrando reunir a una generación excepcional: Ignacio Comonfort en el ministerio de Guerra, Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Guillermo Prieto en Hacienda y Benito Juárez en Justicia, además de Ignacio Ramírez y Miguel Lerdo de Tejada. Álvarez sentía un profundo rechazo natural por la Ciudad de México y era ajeno a la vida urbana. Por este y otros motivos, y luego de haber inculcado a su gabinete los principios de las Leyes de Reforma, decidió entregar el poder presidencial a Ignacio Comonfort y regresar a su hacienda, por tanto, fue el verdadero padre de la Reforma, que fue continuada por Benito Juárez.
Durante la Intervención Francesa, se hizo cargo de la División del Sur y llegó a suplir a Juárez cuando, en sus ausencias, le delegaba la responsabilidad de las operaciones. Murió poco tiempo después del triunfo de las armas nacionales -sobre el Imperio de Maximiliano- en su hacienda de La Providencia, el 21 de agosto de 1867, fiel a la república, vivió para ver su triunfo definitivo.
El 27 de diciembre de 1922 sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres en la Ciudad de México. Fue el último de los caudillos de la Independencia en morir. Con él se inicia el periodo de la Reforma que logra poner orden en el país.
A fines del porfiriato, mi abuelo don Carlos Lavín Aranda de 22 años y recién graduado como químico farmacéutico, emigró de Cuernavaca a Acapulco a trabajar en una farmacia propiedad del doctor Antonio Huitrón, después fundaría una cadena de farmacias de Iguala a Zihuatanejo. Mi abuela Fermina Oliveros originaria de La Providencia, me narraba la historia con detalles de cómo conoció a mi abuelo Carlos -ella dejo caer su pañuelo- en un festejo de la Independencia en el Fuerte de San Diego de Acapulco, donde como nieta del prócer fue invitada de honor, su padre -mi bisabuelo- Francisco Oliveros fue ahijado de bautizo del héroe de cinco guerras, quien a la muerte de sus padres fue adoptado por el prócer que le dejó herencia cuyo documento original poseo. Francisco Oliveros nacido también en la hacienda de La Providencia creció con Diego, hijo natural de Juan Álvarez, juntos estudiaron en la Ciudad de México, siendo Diego ya gobernador del Estado de Guerrero, lo nombró Escribiente 1º de la Secretaría Particular del Gobernador, documento que también tengo el original fechado el 17 de julio en 1882.
Después de que Cuernavaca fue abandonada totalmente de febrero de 1917 a diciembre de 1918, don Carlos Lavín Aranda y su esposa Fermina Oliveros Giles originaria de La Providencia en Atoyac, regresan a esta ciudad de Cuernavaca en los años veinte, don Carlos, primero administra, y después compra el Hotel Moctezuma que había sido cuartel de Zapata, vivieron en la Avenida Morelos, dejan esa casa y llega a ella la conocida familia Tajonar que al destruir el horno casero donde por años mi abuela hacia pan, descubren una importante cantidad de monedas de oro que ahí habían sido escondidas supuestamente durante el desalojo de la ciudad ordenado por Venustiano Carranza durante la Revolución. Todavía hay quienes creen e insisten que fue mi abuelo quien las encontró.
En 1930 don Carlos fue nombrado por el Congreso de la Unión gobernador provisional constitucional del Estado de Morelos, convoca a elecciones, y firma los tres decretos que retornan al Estado de Morelos al orden constitucional restableciendo los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. El matrimonio Lavín Oliveros vivió finalmente en la calle Matamoros.
Video de Juan Álvarez https://youtu.be/REaLVhQHkeM
P.D. Hasta la próxima
* Historiador y cronista de Cuernavaca